La asociación libre como respuesta a la resistencia
Por Eduardo Torres
En 1923 Freud escribió Dos artículos de enciclopedia: “Psicoanálisis” y “Teoría de la libido”, en donde da una definición muy clara y completa de psicoanálisis, a saber: “es el nombre: 1) de un procedimiento que sirve para indagar procesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías; 2) de un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación, y 3) de una serie de intelecciones psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una nueva disciplina científica” (Freud, 2004d, p. 231).
Conviene retomar esta definición freudiana porque, si el psicoanálisis es un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, surge inmediatamente una pregunta ineludible: ¿cómo llevarlo a cabo? Ya en la misma definición citada, Freud nos advierte que es difícil indagar los procesos psíquicos inconscientes, que la mente funciona de tal manera que opone ciertos obstáculos para saber sobre lo inconsciente y, por lo tanto, se requieren ciertos “instrumentos” para realizar dicha tarea. En otras palabras, el psicoanálisis, en cuanto método de tratamiento psíquico, lleva a cabo su trabajo usando ciertos recursos que hagan posible su objetivo: vencer la “resistencia” a saber sobre aquello de lo que no se quiere saber. Uno de esos recursos es lo que Freud llama “asociación libre”.
Antes de abordar en qué consisten la asociación libre y la resistencia, y cómo la primera es una respuesta a la segunda, es importante mencionar la concepción que Freud tiene de la mente. La psique humana es una mente en conflicto, es decir, por un lado, hay deseos sexuales y agresivos que buscan expresarse y satisfacerse; por otro, hay instancias y mecanismos que actúan para impedir dicha expresión y satisfacción. Esta forma de comprender el funcionamiento mental es lo que se conoce como aspecto dinámico de la psique (dýnamis = fuerza). Asimismo, el conflicto mental se da entre sistemas o estructuras psíquicas, por ejemplo, entre el sistema inconsciente y el preconsciente, entre el yo y el ello, etc.; esto constituye el aspecto tópico de la mente (tópos = lugar). Se trata de “lugares” o instancias psíquicas, no de regiones anatómicas cerebrales. Hay un aspecto más, el económico, que se refiere a la intensidad del conflicto mental, es decir, la vehemencia con la que es vivido tiene distintos niveles o magnitudes.
El siguiente ejemplo muestra estos tres aspectos del funcionamiento mental: un joven adolescente se enamora de la novia de su mejor amigo, busca estar con ella y al mismo tiempo experimenta cierta angustia y culpa por lo que siente. En su psique hay un conflicto dinámico, ya que existe un deseo sexual hacia ella que busca expresarse y satisfacerse y, al mismo tiempo, una fuerza que impide su satisfacción; asimismo, tal deseo sexual, que radica en el ello, se confronta con el superyó, que valora tal satisfacción como contraria a la confianza que le tiene su amigo (dimensión tópica). La intensidad de su deseo y angustia es de gran magnitud, tanta que duerme poco y pasa buena parte del día pensando en esta situación (aspecto económico).
Freud acuñó el concepto de “resistencia” para expresar todo aquello que un analizado hace, con acciones o palabras, para oponerse a saber sobre sus deseos inconscientes y con ello impedir el desarrollo del tratamiento. Ya desde los inicios en su trabajo con pacientes, Freud se dio cuenta de esta oposición; en efecto, en una carta a su amigo Fliess, de octubre de 1897, le menciona que la resistencia termina por impedir el trabajo analítico.
En Estudios sobre la histeria (1895) llega a la conclusión de que la resistencia es un fenómeno inherente al tratamiento (Freud, 2004a). Esta oposición del sujeto, que tenía algo de legitimidad para Freud, fue una de las razones por las cuales abandonó la técnica de la hipnosis y, más tarde, la sugestión. Si se piensa con detenimiento, la oposición del analizado tiene sentido: ¿quién quiere saber de aquello que le provoca dolor, vergüenza, rechazo social, culpa, etc.? Por ello, el analista se enfrenta a la contradicción que vive todo sujeto que le demanda ayuda terapéutica: por una parte, busca mejorar, por otra, no quiere saber sobre aquello que le genera sufrimiento.
¿Cómo librar este obstáculo clínico? Las mismas pacientes le dieron la pista a Freud para superar la resistencia: Emmy von N. le pide que no le pregunte siempre de dónde provienen tales pensamientos o imágenes, sino que la deje decir lo que ella quiere expresar. Éste es el origen remoto de lo que Freud después llamó asociación libre. En La interpretación de los sueños (1900) define claramente la asociación libre y la importancia de comunicarle al analizado su relevancia: “Entonces se le dice que el éxito del psicoanálisis depende de que tome nota de todo cuanto le pase por la cabeza y lo comunique, y que no se deje llevar, por ejemplo, a sofocar una ocurrencia por considerarla sin importancia o que no viene al caso, u otra por parecerle disparatada. Debe conducirse con sus ocurrencias de manera totalmente neutral” (Freud, 2004b, p. 123)
En los escritos sobre la técnica psicoanalítica, Freud hace énfasis en el cumplimiento de la asociación libre por parte del analizado, la cual constituye la regla fundamental del tratamiento (Freud, 2004c). Hay que invitar al sujeto a decir todo cuanto le pase por la mente, a comportarse como un viajero sentado en un tren del lado de la ventana y que comunica a su acompañante de viaje todo cuanto pasa ante su vista, que sea sincero y no omita nunca algo por considerarlo desagradable. Por lo tanto, la asociación libre es un recurso para librar las resistencias de la mente y evitar también que se intensifiquen. De este modo, por una vía asociativa colateral, se puede acceder a los contenidos inconscientes. Es una forma estratégica de no encarar frontalmente las resistencias, sino de “darles la vuelta” con una regla que Freud considera fundamental para llevar a buen término el tratamiento.
Varios años después, una vez que Freud propuso el modelo estructural de la mente, hace una descripción más precisa de las resistencias que se ponen en juego durante el tratamiento. Así, en Inhibición, síntoma y angustia (1926) habla de cinco tipos de resistencia, clasificadas de acuerdo con las tres instancias psíquicas, a saber:
- Resistencias del yo:
- La represión
- La transferencia
- La ganancia secundaria de la enfermedad
- Resistencia del ello:
- La compulsión de repetición
- Resistencia del superyó:
- La necesidad de castigo (Freud, 2004e)
Sobre esta base freudiana, los posteriores analistas profundizarán en la importancia de la asociación libre como regla fundamental del tratamiento psicoanalítico y el papel que juegan las resistencias en el desarrollo de éste. No está de más tener presente que para Freud gran parte del éxito del tratamiento consiste en la interpretación de las resistencias. La experiencia clínica muestra lo acertado de esta aseveración freudiana.
Referencias
De Mijolla, A. (2007). Diccionario Akal Internacional de Psicoanálisis. Madrid: Akal.
Etchegoyen, H. (2005). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (2004a). Obras completas, 1: Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud (1886-1899). Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (2004b). Obras completas, 4: La interpretación de los sueños (primera parte) (1900). Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (2004c). Obras completas, 12: Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (caso Schreber); Trabajos sobre técnica psicoanalítica, y otras obras (1911-1913). Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (2004d). Obras completas, 18: Más allá del principio de placer; Psicología de las masas y análisis del yo, y otras obras (1920-1922). Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (2004e). Obras completas, 20: Presentación autobiográfica; Inhibición, síntoma y angustia; ¿Pueden los legos ejercer el análisis?, y otras obras (1925-1926). Buenos Aires: Amorrortu.
Laplanche, J. y Pontalis, J. B. (1996). Diccionario de psicoanálisis. Barcelona: Paidós.
Roudinesco, E. (2005). Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.