La agresividad y la reconciliación en el desarrollo emocional infantil

Por Daniela Bustamante Rosas

Desde la perspectiva psicoanalítica, la agresividad ha sido un tema muy importante de estudio. Los autores coinciden en que la agresividad forma parte del funcionamiento mental y emocional del ser humano, sin embargo, hay algunas divergencias en cuanto a su origen.

Ciertos psicoanalistas, como Sigmund Freud o Melanie Klein proponen que la agresividad es un aspecto constitucional de nuestro psiquismo, es un elemento con el que nacemos y se va manifestando en diferentes situaciones de la vida. Otros autores, como Ronald Fairbairn y Donald Winnicott, piensan que la agresión es, más bien, una respuesta que se genera ante las frustraciones que aparecen en relación con el ambiente externo (Mizen y Morris, 2007).

En la consulta psicoanalítica con niños, es muy común que los padres traigan a sus hijos por algunos problemas vinculados a la agresividad. La intención del presente artículo es explorar algunas de sus causas más importantes y entender la importancia que tiene para los pequeños el poder expresar y dar sentido a sus sentimientos agresivos, ya que esto les permite restaurar aquello que sienten que han dañado. Para explicar estos fenómenos tomaremos como guía las ideas de Freud y Klein.

Los conflictos de agresividad expresados por los niños suelen tener su origen en las vivencias emocionales relacionadas con el complejo de Edipo. Para Freud y Klein, los niños son seres apasionados que dirigen emociones sumamente intensas hacia sus padres, ya que ellos son sus principales figuras de amor.

Para Freud, el niño siente intensos deseos de tener a la madre para sí mismo, y la niña siente lo mismo hacia su padre (Edipo positivo), aunque estos deseos también pueden ocurrir hacia el progenitor del mismo sexo (Edipo negativo). Cuando surgen estas emociones de amor, posesión y dominio, se manifiestan también sentimientos de intensa hostilidad hacia el progenitor que es percibido como rival.

Desde esta descripción, se puede observar que la vida emocional infantil es compleja porque aparecen vivencias y sentimientos contradictorios que impregnan las relaciones del niño con sus padres: por un lado, los aman, los necesitan, los admiran, dependen de ellos, pero también se sienten excluidos, celosos, curiosos, enojados, competitivos, impotentes y atemorizados. Todas estas características emocionales se extienden a los vínculos con los hermanos, las maestras, los amigos y compañeros de la escuela.

Un niño de cinco años es traído a consulta porque ha estado pegándoles a sus compañeros de clase y adopta actitudes muy dominantes en su relación con los padres. El niño juega en sus sesiones a que hay unos coches esperando en un aeropuerto mientras que dos aviones se van juntos, vuelan y se dan besos en el aire. Mientras eso sucede, los coches lloran y se preguntan dónde están los aviones. Cuando estos últimos regresan, hay una pelea en la que los aviones golpean a los coches, y después los coches les pegan a los aviones.

En este juego podemos pensar que los aviones representan a la pareja de los padres que se alejan, vuelan, se besan y dejan excluidos a los coches, los cuales representan al niño pequeño que se queda fuera de esa escena, con dolorosos sentimientos de inferioridad y curiosidad. La pelea que viene después puede considerarse una expresión del enojo, la furia y la agresividad que despierta esta escena de los padres juntos (Freud la llamaba escena primaria).

Cuando los niños tienen sentimientos de intensa hostilidad hacia los padres, y ellos no saben cómo manejarlos, es muy probable que aparezcan conflictos. Algunos pueden ser irritabilidad, enuresis o encopresis (hacerse pipí o popó), peleas con otros niños, extrema rebeldía, miedos, dificultades en la alimentación o en la escuela, depresión infantil, pesadillas, accidentes o enfermedades recurrentes, etc. Una de las tareas fundamentales en este tipo de situaciones es descubrir los aspectos agresivos en la vida del niño, de manera que estos puedan ser expresados y comprendidos. Los niños tienen la necesidad de reconciliarse con sus figuras parentales internas para que su vida emocional pueda tomar un mejor curso.

Klein considera que, cuando aparecen sentimientos agresivos, el niño fantasea con dañar el cuerpo materno. Klein pensaba que el niño cuenta con una variedad de “instrumentos” provenientes de su propio cuerpo para realizar este daño: ataques orales a través de los dientes, ataques uretrales y anales a través de la orina y las heces, etc. En otros momentos del juego, que son de gran importancia, suele aparecer la necesidad de reparar el daño realizado.

Estos fenómenos suelen quedar representados en el juego infantil. Una niña de seis años es traída a consulta porque no quiere comer, tiene temores de ser envenenada y es muy controladora con sus padres. En uno de sus juegos dibuja un mar contaminado y hay una foca que está muy preocupada por lo que le hicieron a su hogar. Antes de irse, me pide que le dibuje un mar que no esté contaminado para que la foca pueda quedarse ahí.

Este pequeño relato puede ayudar a ejemplificar los sentimientos agresivos que se expresan a través de contaminar (envenenar) y también la preocupación por el hecho de que no se puede vivir tranquilamente en ese mar, el cual representa a la madre dañada y peligrosa. El momento en que la niña pide el dibujo del mar limpio es muy importante porque expresa su necesidad de que la madre (mar) se encuentre libre de contaminación (veneno), para que la foca (niña) pueda vivir en él y alimentarse sin miedo. Su petición representa un anhelo por reconciliarse con esa mamá que ha sido agredida.

Para finalizar, es importante señalar que la presencia de un adulto que pueda comunicarse con el niño y contener sus agresiones es fundamental para que el niño sepa que su agresión no es tan poderosa y destructiva como imagina, y que de ese modo pueda acceder a la posibilidad de reparar y reconciliarse con lo que ha dañado.

 

Referencias

Dolto, F. (1971). Pediatría y psicoanálisis. México: Siglo XXI.

Geissmann, C. (2000). El niño, sus padres y el psicoanalista. Madrid: Síntesis.

Klein, M. (2008). Estadios tempranos del conflicto edípico. En Obras completas, 1: Amor, culpa y reparación (1921-1945). México: Paidós. (Obra original publicada en 1928.)

Mizen, R., y Morris, M. (2007). On Aggression and Violence. An Analytic Perspective. Nueva York: Palgrave MacMillan.

Winnicott, D. (1958). Escritos de pediatría y psicoanálisis. Barcelona: Paidós.

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