La mente del adolescente
Por Miguel Ángel Márquez
La adolescencia es una etapa en el desarrollo del ser humano caracterizada por un sinfín de cambios, como ajustes psicológicos que se presentan junto con los físicos de la pubertad, todo esto dentro de un entorno social determinado por características muy específicas. Por lo tanto, comprender a un adolescente no es tarea fácil, requiere de esfuerzo y mucha paciencia, pero no es imposible.
Muchos padres de adolescentes se sienten preocupados por esta etapa que sus hijos cruzarán o que ya atraviesan, y es frecuente que se vean rebasados por los embates propios de esta época crucial en el crecimiento de su hijo o hija. Para comprender mejor la adolescencia, es importante tomar en cuenta que el joven tiene necesidades propias y específicas, así como emociones en pleno ajuste. Entonces, todos estos cambios intensos son, en primer lugar, mucho más difíciles para ellos, lo que los lleva muchas veces a desequilibrarse emocionalmente. Esto puede llegar a provocarles sufrimiento, sentimientos de incomprensión y frustración, depresión o ira, pues están lidiando con emociones internas que llegaron a su vida de forma intempestiva. Y aunque su mente trata de hacerse cargo de toda esa avalancha de cambios y sucesos internos y externos, por momentos se vuelve muy complicado para ellos.
Por esto mismo, es importante que los adultos recordemos que alguna vez tuvimos que pasar por esa etapa y que también fuimos adolescentes. Así, de manera empática lograremos conectar con los adolescentes, ya sea nuestros hijos, alumnos, sobrinos, pacientes, etc. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que la vida ha cambiado desde que nosotros vivimos esa etapa, y el entorno en el que se desenvuelven los jóvenes es esencial para ellos. Su ambiente es fundamental para que se sientan parte de una “comunidad adolescente”, donde incluyen a sus amigos y compañeros, un lenguaje propio, su forma de vestir, de cortarse el cabello, de comportarse y sus modas. Todo esto les ayuda a lidiar con los cambios, a formar relaciones con su entorno y a identificarse con un grupo con ideas o gustos afines a los suyos. De esta forma, construyen y desarrollan, poco a poco, una identidad propia.
Cuando el adolescente no encuentra recursos propios que lo hagan sentirse bien y comprendido, o bien, si en sus relaciones no se siente aceptado, puede entrar en conflictos emocionales que lo lleven a sentirse mal, extraño y raro. Esta situación puede alejarlo del mundo adolescente y llevarlo a aislarse o a alternativas no adecuadas para manejar su situación, como malas compañías o adicciones. Por esa razón es importante estar al pendiente de cambios en su comportamiento, en sus hábitos y en sus amigos, para poder intervenir con apoyo y ayuda si es necesario. No hay que olvidar que para el adolescente es importante su intimidad y necesidad de resguardar sus pensamientos, sentimientos y secretos, por lo que pueden sentirse fácilmente invadidos si ellos no acceden a mostrar su mundo. Esto sólo se logrará si se gana la confianza del joven.
Referencias:
Meltzer, D. y Harris, M. (1970) Adolescentes. Buenos Aires: Ed. Spatia