Bases del psicoanálisis freudiano. Su utilidad en la clínica actual
Por Bárbara Sánchez Armass
En la historia de la humanidad, Newton, Darwin y Freud, por mencionar algunas de las mentes más privilegiadas de la historia del conocimiento, concibieron ideas que revolucionaron el saber de la ciencia y la manera de pensar de nuestra cultura. Quiero tomar tres conceptos de Freud que me parecen de los más importantes de su extensa obra: inconsciente, transferencia y sexualidad infantil, los cuales actualmente siguen vigentes en la práctica clínica y explican, en gran medida, el comportamiento humano.
El concepto de inconsciente surgió cuando Freud y sus colegas no hallaron una explicación médica al examinar los síntomas de las pacientes histéricas. De este modo, se comprendió un funcionamiento mental que determina la conducta de las personas sin que ellas estén al tanto de sus motivaciones. Freud se apasionó por entender las características del sistema inconsciente y así, descubrió una serie de fantasías y deseos, sin embargo, también encontró que la naturaleza de dichos contenidos resulta peligrosa e inadecuada en los vínculos y en la cultura, motivo por el cual buscan una salida alterna. De esta forma, identificó que los síntomas, los olvidos, el lapsus, el chiste y los sueños revelan un conflicto mental. Una parte de la mente pide satisfacer un deseo mientras que otra trata de sofocarlo para que la persona pueda lidiar con la realidad.
En la clínica observamos que los pacientes sufren por tales conflictos y que los repiten en su vida cotidiana. Por ejemplo, un hombre se esfuerza por trabajar, pero tiene un jefe que no reconoce su trabajo y que inclusive lo maltrata y humilla públicamente. Dicha situación dolorosa cumple al mismo tiempo un deseo de tener, a través del sadismo y la hostilidad, un vínculo con un representante del padre. Pero, ¿por qué sucede esto con un jefe? Freud descubrió la transferencia como una situación en la que uno desplaza el conflicto original con los padres a otras personas. Así, por ejemplo, el niño que busca la mirada de la mamá y hace una marometa frente a ella es el mismo alumno que levanta la mano para agradar a la maestra y el empleado que se empeña en tener un reconocimiento especial de su jefe más allá de sus logros laborales. El concepto de transferencia es muy útil porque en el consultorio trabajamos con lo que el paciente transfiere a nosotros. En vez de reaccionar con una emoción como enojo o con una acción como gratificar al paciente, nos dedicamos a describirle el conflicto interno que lo lleva a repetir, de una relación a otra, los mismos problemas. Por ello, la nena que buscaba agradar a papá con un baile puede ser que en el consultorio cuente un sueño para seducir a su analista.
El psicoanálisis trata, entre otras cosas, de comprender la fantasía que uno quiere cumplir en las relaciones más allá de la madurez cronológica. Las fantasías y deseos a los que se refiere Freud son lo que conocemos como sexualidad infantil. Para el padre del psicoanálisis existen algunas fantasías universales que junto con el desarrollo psicosexual marcan nuestro carácter.
La escena primaria es la idea inconsciente sobre el coito de los padres. Una paciente homosexual puede referir que pasa la mayor parte del tiempo con su pareja comiendo en la cama, viendo películas; esto sería una escena primaria oral. En cambio, otro paciente puede soñar que observa a un perro montar violentamente a una perra; esto se relaciona con temas sádico-anales. Dicha escena es difícil de tolerar porque, en la mente, la pareja que se arma pareciera vivir en un estado de gratificación continua, mientras que existe un tercero excluido: el niño de la familia. Esta idea es lo que Freud describió como el complejo de Edipo y es un gran descubrimiento, pues con él podemos comprender el carácter, la patología y parte de la cultura.
En el complejo de Edipo, el niño debe tolerar una relación asimétrica con los padres y elaborar sentimientos de celos, rivalidad y exclusión. Los sentimientos de amor le permiten identificarse con los progenitores y frenar sus impulsos agresivos. Esto es lo que favorece la represión y, al mismo tiempo, sella el carácter. Siempre existirá un deseo por tener el amor de mamá de manera exclusiva y los sentimientos de celos hacia los hermanos. Por ejemplo, un hombre que recién se convierte en padre está orgulloso y contento, pero al mismo tiempo se siente mal cuando observa a su pareja con la mirada perdida en el hijo. No es casual que entonces busque obtener logros en el trabajo, que se compre un auto caro o que se vaya a un table dance a ver mujeres desnudas. Se excita con los senos de las mujeres así como su hijo toma del pecho de mamá. O en el caso de una mujer que para llamar la atención del padre haya adquirido en su infancia los mismos gustos que éste y posteriormente, en el consultorio, relate que se siente excluida del mundo de las mujeres, que tiene rivalidad con sus compañeros de trabajo y que le duele profundamente cuando su padre no se interesa en su plática.
Comprender el significado de la sexualidad infantil ayuda a tolerar que uno no es todo para los padres, sino un hijo más, así como un paciente, empleado y ciudadano más. Parte de la sexualidad infantil implica la comparación que hace el niño con los padres, la vergüenza de sentirse inferior y el sentimiento de no poder alcanzar nunca la genitalidad de los padres. Esto es lo que Freud describió como ansiedad de castración. Hay quien la experimenta con preocupación por la calvicie, quien la compensa con la adquisición de bienes materiales de prestigio y quien alberga un sentimiento de ser menos frente a la mirada de los otros.
Los tiempos cambian, pero en esencia seguimos con los mismos conflictos: líos de triángulos amorosos, necesidad de ser superior al resto, búsqueda de privilegios, curiosidad por la vida íntima de los otros, sentimientos de exclusión al quedar fuera de una situación, comparación con los pares y rivalidad con los representantes de las figuras paternas (jefes, suegros, maestros). Todo el tiempo transferimos nuestros conflictos inconscientes a las relaciones de la vida diaria. A más de cien años de sus descubrimientos, vemos que Freud sentó las bases para comprender la mente humana, su modelo y metodología hacen del psicoanálisis un medio fascinante a través del cual las personas pueden saber quiénes son en realidad y así, transformar su forma de transitar la vida.