¿Por qué estudiar psicoanálisis?
Por Carmen Islas
Cualquier persona que se ha acercado al psicoanálisis ha podido constatar la belleza de sus teorías. Tal ha sido la experiencia que yo he tenido desde mis primeras aproximaciones como psicóloga y después de muchos años de práctica. El psicoanálisis nos enseña la riqueza que existe en la mente de cada persona, su complejidad y la amplia gama de emociones que se producen a partir del nacimiento, el primer contacto con la madre y durante el desarrollo en etapas posteriores.
Es una disciplina que nos invita a realizar un acercamiento profundo en nuestro interior a través de la comprensión del inconsciente; las motivaciones profundas que nos hacen sufrir o alegrarnos; la vida emocional; el significado de los sueños, las fantasías y el porqué del sufrimiento. Mediante la aplicación de la técnica analítica encontramos herramientas muy valiosas para manejar la depresión, los celos, el enojo, los sentimientos de insatisfacción y de vacío, los duelos, así como también las ansiedades que surgen inevitablemente en nuestra vida cotidiana. Después de conocer sus postulados básicos, nos damos cuenta de que la capacidad de gozar o sufrir en la vida depende en gran medida de nosotros mismos, de cómo reconocemos las experiencias y las interpretamos. Los artistas, por ejemplo, plasman en sus creaciones, con un lenguaje plástico, su particular percepción de la realidad y de sí mismos. De la misma manera que los niños construyen sus juegos o un adulto elige una pareja o una profesión.
Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, fue un médico austriaco que revolucionó la manera de comprender a los seres humanos. Se especializó como neurofisiólogo y se dedicó a la investigación científica. En su práctica clínica se acercó al funcionamiento mental de sus pacientes y, de una manera sensible, escuchó sus preocupaciones. Esto lo llevó a interesarse en sus propios conflictos; se autoanalizó tratando de descubrir el significado profundo de sus sueños, de sus sentimientos de amor y odio hacia personas cercanas, de su vida infantil. Introdujo términos como el inconsciente, la represión, la transferencia, el complejo de Edipo y el narcisismo. Amplió los conocimientos sobre el funcionamiento psíquico, la neurosis, el carácter, la sexualidad infantil y la identidad. Muchas de estas son ideas que siguen vigentes hasta nuestros días.
Los postulados de Freud fueron tan interesantes que impregnaron la filosofía, la literatura, el arte y, en general, la manera de concebir al hombre del siglo XX. Sus descubrimientos dieron la pauta para que sus seguidores ampliaran sus teorías y corroboraran algunas de sus hipótesis. Por ejemplo, ahora sabemos que la experiencia de separación y las pérdidas pueden ser muy dolorosas, causar ansiedad, provocar accidentes y enfermar no sólo mental sino también físicamente a una persona. Dentro del psicoanálisis existen diversas escuelas teóricas que nos acercan al estudio de la mente; es importante conocerlas para ampliar nuestros conocimientos. Conceptos nuevos como el de sinceridad, verdad, capacidad de pensar, empatía, falso y verdadero, self e intuición, nos abren una perspectiva del mundo cada vez más interesante.
El psicoanálisis es transformador, enriquece la visión de uno mismo y de los demás, nos impulsa al crecimiento, amplía nuestra capacidad de pensar, aumenta la creatividad y la productividad. Una persona que termina un análisis vive con más autenticidad, reconoce la responsabilidad sobre sus decisiones, cuestiona su actuar, aprende a darle importancia a sus emociones y a sus sueños. De esta experiencia se obtiene una madurez que conlleva sentimientos de libertad, fortaleza, confianza en uno mismo y en los otros, y capacidad de amar y ser amado.
La enseñanza del psicoanálisis debe vincular los conceptos teóricos con la práctica clínica, nos obliga a la constante actualización, al estudio, a la investigación y a la difusión de nuevos postulados. Además, el psicoanálisis contemporáneo está abierto a otros campos que completan esta visión, como la neurología, la psicología, la psiquiatría, la antropología, la filosofía, el arte y la literatura.
Las ideas de Edgar Morin sobre la incertidumbre, la complejidad, la mente como objeto infinito de conocimiento y la pluralidad, han alimentado la visión del grupo de psicoanalistas que participamos en el Centro Eleia, desde que fue fundado por los Dres. Norberto y Celia Bleichmar. Esta perspectiva nos acerca a la comprensión de nosotros mismos y de los demás, pero sin dejar de reconocer que nunca tendremos una visión completa o única de la realidad.