La psicología de las montañas rusas

El gusto por las montañas rusas está ligado a la búsqueda de sensaciones, que es la tendencia a disfrutar experiencias variadas, novedosas e intensas, como escalar o saltar del paracaídas. Pero ..

¿Qué sensaciones nos ofrece una montaña rusa que la hace tan atractiva?

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Las montañas rusas podrían parecer un tipo moderno de entretenimiento: cada vez se vuelven más grandes, más rápidas y más emocionantes gracias a los avances tecnológicos.

Sin embargo, de hecho, surgieron a mediados del siglo XIX.

Hoy en día, los parques de diversiones son un gran negocio.

Muchos suelen formarse hasta ocho horas para disfrutar de una atracción que dura menos de dos minutos; sin olvidar los reportes de usuarios que sufren paros cardiacos, deformación cerebral y lesiones graves debido a choques.

Si consideramos lo anterior, entonces, ¿por qué nos sometemos a la emoción de una montaña rusa? ¿Qué es lo que nos gusta tanto de ellas? ¿Y por qué tienden a gustarnos menos conforme envejecemos?

La psicología de las montañas rusas

A primera vista, podría parecer que se busca experimentar la velocidad; no obstante, la evidencia sobre la conexión que existe entre la búsqueda de sensaciones y la velocidad no es convincente.

Por ejemplo, cuando se trata de manejar a velocidades por encima del límite legal, muchos lo hacen, no solo aquellos que buscan experimentar sensaciones.

Un pasatiempo de adrenalina

Quizá nos sentimos atraídos a las montañas rusas porque disfrutamos la sensación visceral del miedo mismo, como sucede con las películas de terror. Los signos físicos del miedo, incluidas las palpitaciones, respiración rápida y el aumento de energía ocasionado por la liberación de glucosa se conocen en conjunto como “reacción de lucha o huida”.

Sabemos que es posible que al subirnos a una montaña rusa se desate una respuesta fisiológica gracias a los investigadores que, en los ochenta, midieron la frecuencia cardiaca de los usuarios de una montaña rusa en Glasgow.

Los latidos por minuto aumentaron a más del doble del promedio: de 70 antes de subirse a 153 poco después de que iniciara el viaje. Algunos usuarios llegaron muy cerca de lo que podría considerarse riesgoso para la salud a su edad.

En otro pasatiempo de adrenalina, novatos del salto del bungee no solo reportaron un aumento en los sentimientos de bienestar, vigilia y euforia justo después de saltar. También mostraron niveles elevados de endorfinas en la sangre, una hormona conocida por producir sentimientos de intenso placer.

Cabe resaltar que entre más altos fueron los niveles de endorfinas que estuvieron presentes, más eufórico reportaba sentirse el saltador.

Aquí, entonces, hay una evidencia clara de que las personas disfrutan las sensaciones que surgen como parte de la respuesta de pelea o huida en un ambiente no amenazador.

Estrés bueno versus estrés malo

Paradójicamente, estos saltadores de bungee también mostraron altos niveles de la hormona cortisol, conocida por aumentar cuando las personas experimentan estrés. ¿Cómo es que una persona puede experimentar estrés y placer al mismo tiempo? La respuesta es que no todo el estrés es malo.

El eustrés —de la palabra griega eu, que significa bueno, como en la euforia— es un tipo positivo de estrés que muchas personas buscan de manera activa. Sabemos que la experiencia de subirse a una montaña rusa puede experimentarse como eustresante gracias a un interesante estudio realizado por dos psicólogos holandeses.

Dicho equipo de investigación estaba interesado en estudiar el asma, específicamente su relación con el estrés. Al notar en hallazgos de investigaciones previas que el estrés lleva a los asmáticos a percibir sus síntomas de asma como más graves, se preguntaron si podría ocurrir el efecto opuesto al aplicar eustrés.

Así, en el nombre de la ciencia, transportaron a algunos estudiantes asmáticos voluntarios a un parque de diversiones y les pidieron que subieran a una montaña rusa al tiempo que monitorizaban su función respiratoria.

Los resultados de la investigación fueron sorprendentes. A pesar de que, como se esperaba, la función pulmonar se redujo debido a los gritos y una agitación generalizada, también se redujo la sensación de la dificultad para respirar.

Esto sugiere que aquellos que buscan las emociones al subirse a una montaña rusa perciben la experiencia como estresante, pero de manera positiva.

El papel de la dopamina

Las montañas rusas no son del agrado de todos. ¿Podrían las diferencias en la química del cerebro explicar los comportamientos de búsqueda sensaciones? El experimento de los saltadores del bungee sugiere que las personas con niveles más altos de endorfinas sienten niveles mayores de euforia.

Sin embargo, no existe evidencia convincente de que los niveles de endorfinas en descanso expliquen la búsqueda de sensaciones.

Por lo tanto, es probable que esos niveles sean una respuesta a la emoción más que una predicción de que disfrutamos esos juegos mecánicos.

Una revisión reciente analizó el papel de la dopamina, otra sustancia mensajera química en el cerebro que es importante para el funcionamiento de los sistemas de recompensa neurológica. La revisión encontró que los individuos que tienen niveles más altos de dopamina también obtuvieron un puntaje mayor en las mediciones del comportamiento de búsqueda de sensaciones.

A pesar de que se trata de una correlación más que de una causalidad, otro estudio encontró que tomar una sustancia llamada haloperidol, la cual suprime temporalmente los efectos de la dopamina en el cerebro, llevó a una disminución medible en el comportamiento de búsqueda de sensaciones.

Conclusiones

Esta línea de investigación propone la interesante posibilidad de que el goce de experiencias físicas intensas —como subirse a una montaña rusa— podría reflejar las diferencias individuales que existen en la química cerebral.

Las personas que tienen niveles más altos de dopamina podrían ser más propensos a diversos comportamientos de búsqueda de sensaciones, que van desde una inocente montaña rusa hasta tomar drogas o el hurto.

La pregunta de si subirse a una montaña rusa se percibe como algo llamativo conforme envejecemos no se ha investigado directamente; no obstante, una encuesta preguntó qué tanto entusiasma a las personas de diferentes edades el ir de vacaciones para buscar emociones; por ejemplo, realizar un viaje para escalar montañas.

La encuesta mostró que el interés por este tipo de vacaciones alcanza su punto más alto durante la adultez y disminuye con cada década que pasa. Esto indica que los adultos mayores tienen una inclinación menor a participar en actividades como subirse a una montaña rusa.

Quizá experimentar el aumento cardiaco que llega a niveles de riesgo médicamente aceptables no es tan atractivo para aquellos que tienen más de 50 años.

Aunque es difícil comprenderlo, las personas disfrutan de las montañas rusas gracias a una combinación de velocidad, conquista del miedo y los efectos positivos asociados con un incremento masivo de excitación fisiológica.

Subirse a una montaña rusa es una actividad legal, por lo general segura y relativamente accesible que permite experimentar una excitación natural.

Por ello, tiene sentido que, durante siglos, las personas hayan pagado para realizar este tipo de actividades, y no parece haber señales de que el deseo por un poco de eustrés vaya a desaparecer en un futuro.

Resumen y traducción: Natalia Equihua

Artículo original: “The psychology of roller coasters” por el Dr. Richard Stephens para The Conversation*

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