Una manifestación cotidiana de la violencia: el acoso escolar

Por Alba Pérez-Ruiz

Una de las formas de agresividad con la que todos hemos tenido contacto es la que ocurre en el contexto educativo y se conoce como acoso escolar. Este tipo de violencia involucra comportamientos repetitivos de hostigamiento, abuso de poder e intimidación. El bullying ‒como también es denominado‒ se manifiesta de diferentes maneras: agresiones físicas, amenazas, burlas, manipulación, insultos, exclusión y bloqueo social e intimidaciones. La víctima siente que se encuentra indefensa ante el victimario y no puede salir de ese estado por sí misma. El acoso escolar no es un tema reciente, pero actualmente su presencia va en ascenso.

El cyberbullying implica el uso de las nuevas tecnologías (el celular y el internet, entre otros) con la finalidad de desprestigiar, humillar, amenazar o ridiculizar a las víctimas. Esta modalidad alcanza niveles alarmantes de violencia en todo el mundo. Es importante abordar muchos elementos de este extendido fenómeno, como el análisis de las causas, sus manifestaciones, los aspectos psíquicos de los actores involucrados, las consecuencias para las víctimas, su incidencia y los programas de intervención que buscan lidiar con dicho problema. Los motivos del bullying involucran el deseo de control, la angustia, la envidia, la venganza y la expresión del narcisismo. Con frecuencia los ofensores han sido también víctimas de acoso. Durante la infancia, el bullying se manifiesta, principalmente, como agresión física; en la adolescencia se traslada a la relación con otros.

Existen múltiples variables involucradas en el acoso escolar: el sexo, la edad, las características de la personalidad, la realidad psíquica de sujeto, los vínculos familiares y escolares, tanto de víctimas como de victimarios. También influyen los espacios donde se suscita (en el salón de clases, en espacios abiertos o en privado) y la presencia o el apoyo de los espectadores. En el escenario del acoso escolar intervienen tres actores: el agresor, la víctima y los observadores. El acosador o bully se caracteriza por una serie de aspectos biopsicosociales:

  • Una situación social desfavorable. (De hecho, puede ser rechazado por la mayoría del grupo, pero tiene seguidores que lo apoyan en su comportamiento).
  • Fuertes deficiencias en su capacidad de autocrítica.
  • Una tendencia a ser violento, dominar y abusar de su fuerza sobre los otros.
  • Es impulsivo con fallas en sus habilidades sociales.
  • Tiene poca tolerancia a la frustración, problemas para seguir reglas, mala relación con los adultos y su rendimiento académico es de nivel bajo.
  • La relación con los padres es poco afectiva. Destaca la falta de atención por parte de la madre y las dificultades para establecer límites. Esto se combina con la permisividad ante conductas antisociales y métodos agresivos de castigo.
  • El papel de agresor es más frecuente en los hombres que en las mujeres.

Por otro lado, en la víctima del acoso escolar suelen hallarse las siguientes condiciones:

  • Un notable aislamiento en su vida social. Tiene problemas de comunicación con sus pares y muy baja popularidad, por lo que no cuenta con una red de amigos que lo apoye.
  • Suele ser muy pasivo, con miedo a la violencia, alto nivel de angustia, inseguridad, baja autoestima y vulnerabilidad ante la intimidación.
  • Muestra una tendencia a relacionarse con los adultos y puede tener un historial de sobreprotección familiar.

Podemos hablar de distintos tipos de agresión. Por ejemplo, la violencia física puede ocurrir de forma directa o indirecta; la primera se manifiesta mediante golpes u otros ataques al cuerpo; la segunda se presenta cuando se daña, roba o esconde alguna de las pertenencias de la víctima. La agresión verbal utiliza diferentes medios (expresión directa, cartas, notas, correos, mensajes, entre otros). Los ataques sociales implican crear una percepción negativa de la víctima frente a los otros, a través de rumores o calumnias. La exclusión social consiste en impedir sistemáticamente que la persona se integre a algún grupo. Los victimarios también llegan a ejercer ofensas sádicas en forma de tortura, a las que la persona vulnerable se somete en silencio y sin el apoyo de sus pares.

El bullying tiene efectos devastadores, pues genera altos niveles de ansiedad y depresión. Incluso, es posible que la persona afectada llegue al extremo recurrir al modo más grave de autoagresión, el suicidio, como una salida desesperada ante la angustia de no poder librarse de esa situación. Esta es una de las tantas expresiones de la agresividad en el ámbito escolar y sus raíces van más allá de dicho contexto, en tanto que implica un complejo entramado a nivel individual y social, donde intervienen múltiples factores.

La violencia escolar es hoy en día un tema de preocupación mundial, que ha cobrado una gran visibilidad y cuyas repercusiones alcanzan al sujeto, la familia y la sociedad.

Referencias

  • Díaz-Aguado, M. (2004). “La escuela”. En Sanmartín, J. El laberinto de la violencia, (pp. 123-140). Barcelona: Ariel.
  • Klein, M. (2008). “Sobre la teoría de la ansiedad y la culpa”. En Envidia y gratitud y otros trabajos, (pp. 34-39). Buenos Aires: Aguilar.
  • London, C. y Santos, D. (2012). “Bullying”. Revista Controversias en psicoanálisis de niños y adolescentes, no. 10. Disponible en: controversiasonline.org.ar
  • Meltzer, D. (1974). Estados sexuales de la mente. Buenos Aires: Kargieman, p. 289.
  • Ruiz, G. y Muñoz, G. (2010). “Acoso escolar”. En Sanmartín, J., Gutiérrez, R., Martínez, J. y Vera, J. Reflexiones sobre la violencia, (pp. 161-172). México: Siglo XXI.
  • Smith, P. y Ananiadou, K. (2003). “The nature of School Bullying and the Effectiveness of School-Based Interventions”. Journal of Applied Psychoanalytic Studies, 5(2): 189-209.
  • Turkel, A. (2007). “Sugar and Spice and Puppy Dogs Tails: The Psychodynamics of Bullying”. Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 35(2): 243-258.

Artículo del Diplomado «La agresividad: en el sujeto, en la familia, en la sociedad» que inicia el 7 de octubre. Más información 

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