La creatividad para la psicoterapia psicoanalítica
Por Renata Carvajal
Cuando hablamos sobre creatividad podemos referirnos a fenómenos muy diversos: quizá hagamos referencia a una creación artística, a la composición o ejecución de un músico, a la propuesta de un inventor o a la obra de un literato. Esto mismo ocurre cuando abordamos el tema de la creatividad en psicoanálisis.
El analista no tiene por objetivo explicar la genialidad artística como tal o disertar acerca de la relación que puede guardar la capacidad creativa con la salud mental o la locura.
Su preocupación principal es, más bien, entender la facultad que tenemos todos los seres humanos para crear algo nuevo dentro de nosotros mismos, la capacidad de dar nuevas respuestas a los conflictos emocionales que experimentamos y la posibilidad de cambiar. La creatividad nos puede facilitar que encontremos nuevos caminos para elaborar una pérdida o para identificarnos con algún aspecto positivo de otros; no necesariamente involucra algún elemento artístico.
Dentro del psicoanálisis mismo existen múltiples propuestas para entender el proceso creativo. Freud pensaba el fenómeno creativo (en concreto, la sublimación) a partir de un modelo en el que la energía sexual encontraba un nuevo fin socialmente valorado. Melanie Klein, por su parte, aborda la creatividad desde una perspectiva distinta. Para ella, la creatividad será consecuencia de la relación que el sujeto establezca con su mundo interno, específicamente, si dentro de la persona prevalece el amor por encima del odio.
En Situaciones infantiles de angustia reflejadas en una obra de arte y en el impulso creador (1929), esta autora describe su visión acerca del fenómeno creativo y utiliza por primera vez el término “reparación”. La reparación genuina ocurre cuando uno se da cuenta de que ha dañado a otro que es valioso y, entonces, surge la necesidad de hacer algo para resarcir el daño. De esta forma, el amor por el otro vence a los impulsos violentos.
Podemos pensar, por ejemplo, en una mujer que acude a terapia por depresión. Dentro del tratamiento se queja constantemente de su madre, de cómo no la entiende, la acusa de haber sido muy fría y sumamente exigente con ella. Poco a poco, esta mujer puede comenzar a identificar los momentos en que su madre le dedicó sus cuidados, de qué forma expresó su cariño y preocupación, reconociendo el esfuerzo que tuvo que llevar a cabo para que ella saliera adelante.
En este caso, el enojo ha cedido y el sentimiento que prevalece es el de gratitud, junto con cierta tristeza porque siente que ha perdido un tiempo valioso con su madre, por culpa de enojos y berrinches. La relación entre ambas ahora puede ser distinta e, incluso, la paciente se sorprende de que la relación con sus propios hijos es mejor.
Si pensamos en la evolución que plantea este ejemplo, podemos comprender que el cambio que surge en esta mujer modifica cómo percibe su realidad: esto es un fenómeno creativo. La paciente es capaz de matizar su percepción, de intercambiarla por una más amorosa y comprensiva, al mismo tiempo que puede identificarse con una madre más cercana.
Algo similar ocurre ante otras experiencias, como la pérdida de un ser querido. Cuando enfrentamos un duelo es muy común sentir enojo. Es posible que lleguemos a creer que fuimos traicionados o abandonados por el otro, porque nos ha dejado solos. El enojo es importante en el duelo, pero será más importante tener la capacidad para reconocerlo y trabajar con él. De esta manera, el duelo podrá superarse más fácilmente, si el amor por los aspectos buenos de la persona ausente se mantiene por encima del resentimiento. A través de este proceso podemos “llevar a esa figura con nosotros”, aunque lo hayamos perdido.
Estas sólo son algunas de las situaciones en las que, a partir del psicoanálisis, podemos abordar la creatividad como una facultad para modificar nuestra visión del mundo, para transformar nuestras emociones y la manera de enfrentar las dificultades. El proceso creativo en la mente humana es mucho más que la producción de una pieza de arte.