¿Qué es el carácter?
Por Raquel Vega
Seguramente en el día a día llegas a escuchar frases como “es de carácter fuerte” o “tiene su carácter” cuando la gente describe a los demás. Es muy probable que incluso hayas utilizado expresiones similares para referirte a una persona que consideras fuerte y decidida o tal vez también para describir a alguien que se enoja con facilidad. Pero, ¿has pensado con mayor detenimiento qué significa el término “carácter”?
Si buscas la palabra en el diccionario de la Real Academia Española encontrarás lo siguiente: “Conjunto de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue, por su modo de ser u obrar, de las demás”, “modo de ser o estilo”. En estas definiciones no se le describe al carácter como algo bueno o malo, pero dentro de las siguientes acepciones podemos encontrar una connotación positiva: “Fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, firmeza, energía”. Así, el carácter es entendido popularmente como la forma de ser de un individuo. Cuando la gente utiliza este término, por lo general se refiere a una serie de características muy marcadas y notorias que distinguen a un sujeto de los demás.
Hasta hace unos años, la psicología solía concebir al carácter como un elemento que forma parte de la personalidad junto con el temperamento. Sin embargo, el temperamento y el carácter no son lo mismo. El temperamento es el aspecto biológico o instintivo, viene de la herencia y es innato en el ser humano, es decir, se nace con él. En cambio, el carácter es la parte de la personalidad que se construye a través de la convivencia con otras personas, es lo que moldea al temperamento a partir de lo que experimentamos. Ambos están íntimamente relacionados, aunque son diferentes. No obstante, en la actualidad, la psicología no propone una división tan tajante entre ellos y suele pensar en el carácter de una forma similar a la personalidad.
Por otro lado, en la práctica psicoanalítica, el término “carácter” adquiere un significado distinto al popular y mucho más complejo. Para el psicoanalista, es un modo de ser o un conjunto de características muy particulares que pueden tener o no cualidades patológicas. En su formación influyen diversos factores como lo innato, lo cultural, el funcionamiento interno, las identificaciones, entre otros.
Probablemente conoces a alguien que, cuando le señalas algún defecto, contesta: “Pues así soy yo”, “es que así funciona”, “si me quiere, que se aguante”, “pues si ya saben cómo soy…” o encuentra alguna otra forma de justificar su conducta. Te habrás dado cuenta de que esta “forma de ser” a veces le dificulta desenvolverse tranquilamente en la escuela, con su pareja, en el trabajo o en otras áreas de su vida. A pesar de esto, esa persona no siente que necesite cambiar, pues “así es su forma de ser”. En estos casos regularmente nos enfrentamos a los llamados trastornos de carácter o, como Freud les llamaba, neurosis de carácter.
Estos pacientes con patologías del carácter tienden a justificarse y no logran identificar los aspectos irracionales de su conducta. Nunberg (1955) nos explica que las personas con síntomas suelen satisfacer sus impulsos a través de ellas mismos, mientras que los sujetos con caracteropatías descargan sus impulsos, deseos y fantasías en el mundo externo.
Por ejemplo, una chica se enoja con su novio por llegar tarde a su cita y se pasa todo el día reclamándole. Ella quizá argumente que la impuntualidad es una falta de respeto, pero también es posible que al exigir que él llegue a la hora que ella desea, ni un minuto más, ni un minuto menos, esté expresando su deseo de controlarlo.
El carácter no siempre se reconoce de forma directa o evidente. Aquí será relevante identificar no sólo las conductas, sino también la intención que se encuentra detrás de ellas. Una acción puede poner de manifiesto diversos rasgos de carácter (Rodríguez, 2005), los cuales en muchas ocasiones llegan a ser patológicos para el individuo, su mundo interno y sus relaciones interpersonales.
Sin embargo, algunos aspectos pueden verse reforzados por las personas que rodean al sujeto, sobre todo cuando se trata de características aceptables o, incluso, deseables. Para ilustrarlo mejor, pensemos nuevamente en la puntualidad o en la rectitud moral, aunque las percibamos como un ejemplo a seguir, también es posible que se conviertan en formas rígidas de relacionarse con los demás o de sometimiento, lo que produciría un deterioro en la vida emocional.
¿Esto significa que el carácter es algo malo? Por supuesto que no, todos tenemos un tipo de carácter, el cual no necesariamente será patológico (McWilliams, 2011). Los seres humanos también presentamos distintos rasgos de carácter o aspectos de la personalidad. La clave para determinar un tipo de carácter y su patología es que se trate de algo predominante en la persona.
No obstante, difícilmente encontraremos en la práctica clínica un paciente que encaje perfectamente en la descripción de los libros. Por tal razón, el diagnóstico se vuelve todo un arte, donde será esencial contar con la capacidad para identificar el tipo de problemática que tenemos enfrente, si hay elementos patológicos o no, para comenzar a definir cuál es el trabajo terapéutico más adecuado en ese momento y para ese paciente en particular. Asimismo, es indispensable que tengamos presente cuáles son nuestras posibilidades y limitaciones dentro de un tratamiento psicoanalítico.
Referencias
- McWilliams, N. (2011). Psychoanalytic Diagnosis. New York: The Guilford Press.
- Nunberg, H. (1955). Principios del Psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu.
- Rodríguez, C. (2005). El concepto de carácter en psicoanálisis. Sobre una patología sin síntomas. Revista de Psicoterapia Psicoanalítica y Salud, Quipú, No. 1, 7: 5 -27
Artículo del Diplomado Problemas en el carácter. Síntomas visibles e invisibles. Terapias que inicia el 4 de octubre en plantel sur.