Freud Museum London. “Winnicott’s Playing and Reality

Por Andrea Amezcua Espinosa

 

Parte I

El seminario organizado por el Freud Museum de Londres consistió en la explicación profunda de los capítulos e ideas centrales del libro Realidad y juego (1965) de Donald Winnicott. Keith Barrett, psicoanalista y presentador del seminario, comenzó mencionó algunos momentos clave de la vida de Winnicott. Entre ellos distingue su análisis de una década de duración con James Strachey, que comenzó en 1923; así como su segundo análisis en 1936 con Joan Riviere. En cuanto a sus influencias teóricas, se destacó a Melanie Klein, con quien comenzó su entrenamiento como analista de niños, siendo el primer hombre en alcanzar la certificación en 1927.

 

Asimismo, se destacó la experiencia que Winnicott tuvo en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Dentro del marco del segundo conflicto bélico, la Sociedad Psicoanalítica Británica estaba dominada por la posición kleiniana. Las Discusiones Controversiales entre Klein y Anna Freud culminaron en un acuerdo que evitó el cisma a costa de la separación entre las corrientes y sus respectivos entrenamientos.

 

Barrett consideró que después de la Segunda Guerra Mundial, tanto Winnicott como John Bowlby se convirtieron en las figuras centrales del psicoanálisis inglés, lo que permitió la aparición de un tercer grupo, ni kleiniano ni freudiano, sino de carácter intermedio e independiente. Winnicott, a diferencia de Bowlby, pudo mantener una relación cordial con Klein a pesar de sus desencuentros teóricos, especialmente en lo referente al mundo externo e interno.

 

¿Ambiente o mundo interno?

John Bowlby cuenta que con Klein, quien era su supervisora, hubo un momento de desencuentro: Klein se negó a discutir con él la importancia del ambiente en el caso de un paciente cuya madre estaba por ser internada en servicios psiquiátricos. Para Klein y su postura, el mundo interno es lo que “entinta” la realidad externa con sus proyecciones. Las pulsiones, a la Freud, tal como la pulsión de muerte, de la que deriva la envidia, provienen de lo interno. Aunque un ambiente cálido y facilitador aparezcan en la vida y medien el mundo interno, en la postura kleiniana, el mundo interno tiene primacía sobre cualquier otra representación.

 

Por otro lado, señaló Barrett; para Winnicott (Reino Unido) y para Lacan (Francia), comenzó a ser de vital importancia la cuestión de que la realidad externa es primordial. El bebé no existe aislado y autosuficiente: necesita de la exterioridad, es decir, de una madre y del lenguaje para sostenerse.

 

Cabe recordar que Sigmund Freud también consideró la influencia de lo externo y lo interno en su planteamiento. Freud dejó atrás la teoría de la seducción. Fue Ferenzci quien la retomó y habló de los efectos de los eventos traumáticos reales en la infancia, tales como los que se desprenden del abuso sexual. Dichas cavilaciones le valieron el repudio de Freud.

 

De regreso a Winnicott, Barrett mencionó el paralelismo entre este autor y Lacan en tanto que ambos suponen que el ambiente sostiene o imposibilita la emergencia de la persona (en la postura winnicottiana), o del sujeto (en Lacan). Para el autor inglés, no hay tal cosa como un bebé sin una madre, no hay bebés autosuficientes. Con sus estudios en pediatría, tenía acceso directo y constante a la experiencia de la díada madre-bebé. Es decir, para Winnicott la existencia de un bebé más ‘alguien más’ (frecuentemente la madre) es lo que alivia la experiencia de vulnerabilidad física y emocional del bebé. Al comienzo de la vida, un bebé es un conjunto de anatomía y fisiología. Además, guarda en sí el potencial de desarrollo de una personalidad humana. Dicha potencialidad sólo se actualiza si recibe los cuidados pertinentes.

 

Parte II

En el artículo anterior, que versó sobre Winnicott, se mencionó el concepto de “maternaje” y ahora se amplía dicha propuesta del autor en relación con su idea de un ambiente y un cuidador suficientemente bueno.

 

¿Quién es una madre suficientemente buena?

Las madres, en su maternidad suficientemente buena, actualizan y llevan al acto la potencialidad del bebé de ser una persona, lo cual implicaría ser un conjunto entre cuerpo y sociedad. Eso se diferencia de Descartes con su noción de dualismo mente-cuerpo. Para Winnicott, ser persona es ser un cuerpo en un mundo social compartido con otros. La persona, entonces, emerge del cuerpo que es cuidado por una madre, la exterioridad. Esto lleva a pensar que la madre es absolutamente esencial. No hay un bebé sin una madre. La madre suficientemente buena no es una que esté educada para ello, sino que sensiblemente sea capaz de hacer “lo que las madres hacen”. Cabe mencionar que Lacan hace una propuesta similar, pero con el lenguaje: el sujeto emerge en el lenguaje.

 

A partir de la experiencia del maternaje se viven tres tipos o niveles de dependencia. Por un lado está la dependencia absoluta, en la que el bebé no tiene forma de saber que está siendo cuidado, pero lo está. Después, le sigue la dependencia relativa. El bebé está consciente de que alguien le cuida y ese alguien es una persona separada. Finalmente, ocurrirá la independencia del bebé. Podrá estar y ser sin ser dependiente del otro. Ahora, nunca hay una independencia total. En todo caso, los seres humanos somos interdependientes.

 

Un punto en común con Freud es que el complejo de Edipo se da en la época en que los niños y niñas pueden aceptar un espacio tercero y vivir en una sociedad que va más allá de ellos con la madre. Hay un tercero que impone una división. Ese mismo espacio no totalmente fuera ni dentro es la ilusión donde acontecen los fenómenos transicionales. En la vida adulta, esto es visible en el arte y la religión.

 

Continuando con Winnicott, él afirma que las madres tienen una Preocupación Maternal Primaria, que les permite, desde los últimos meses del embarazo hasta tiempo después del parto, estar en sintonía empática con las necesidades de su bebé. Barrett defendió el punto de Winnicott contra algunas posturas feministas que argumentan que la idea de la madre suficientemente buena es un concepto del psicoanálisis para que las mujeres regresaran a la posición del hogar. El presentador mencionó que, en todo caso, Winnicott quería resaltar la importancia de que la sociedad sostenga a las madres, y lleven a cabo un maternaje suficientemente bueno.

 

En consonancia, las madres suficientemente buenas tienen tres tareas:

  • Holding: al ser un conjunto de anatomía y fisiología, el bebé necesita alcanzar la integración a través del sostén de la madre. Volverse un sí mismo se consigue en los primeros meses de vida. Es la sensación de ser una unidad. La integración requiere de la continuidad de la línea de vida. El sentido de una existencia como un todo, el estatus de unidad, la permanencia del ser, el ‘yo soy’, sólo puede suceder cuando el bebé está a salvo de lo impredecible o lo traumático, mediante un sostén emocional y físico. La madre empática podrá entender lo que el bebé siente y podrá hacer que el bebé se mantenga en una apertura sin defensa: un estado de no-integración. La integración emerge de la no-integración, la cual se refiere a la capacidad de unir relajada y abiertamente las experiencias en un flujo continuo sin esfuerzo.

 

Si el bebé necesita defenderse, no podrá hundirse en ese estado de relajación. Los ataques son enemigos de la existencia espontánea. Ser real y auténtico requiere de un arte sutil de sostén, la no-integración da lugar a la relajación en la vida adulta. En la infancia, lleva a la paulatina integración. La capacidad de la madre de mantener esa apertura ininterrumpida en su bebé será también causante de la capacidad de estar solo en presencia del otro. La realidad del sí mismo se opone al falso self, que funciona como una coraza de futilidad contra el verdadero self.

 

  • Handling: El esquema corporal se alcanza cuando la madre lleva a cabo cuidados de manera constante y amorosa. La continuidad de la línea de la vida y la integración del yo deben dar la sensación de que “nada de lo vivido puede ser perdido”. El manejo de lo corporal y lo emocional será necesario por parte de la madre para que lo impredecible (como los sonidos fuertes, los dolores corporales, las luces brillantes o cualquier situación cotidiana de corte posiblemente traumático) sea regulado por la madre para que el bebé sólo se ocupe de existir.

 

  • Presentación de objetos: la tercera tarea de la madre suficientemente buena será presentar los objetos con una sensibilidad tal que, en la constante, continúa y sostenida presentación de los mismos, dé al bebé la ilusión de que él mismo los está creando. La consigna del bebé sería: “Yo creo al mundo”. Cuando el hambre aparece, él crea el pecho y la leche. La presentación del objeto en su forma y tiempo correcto lleva al bebé a sostener que el mundo es su creación. En la vida adulta, esto se verá en la confianza de que hay cosas buenas al alcance de uno en el mundo. La omnipotencia no es real, pero se siente como real para el bebé. Sólo debido a que la madre presentó al objeto de una manera sensible, el bebé pudo “crear” al mundo. A diferencia de Freud, que usa la idea de satisfacción alucinatoria de deseo, Winnicott poéticamente describe como “creación” la aparición del pecho en la mente y realidad del bebé.

 

¿Espacios intermedios? ¿Espacios de ilusión?

Barrett explica que el área de la ilusión conjuga dos elementos freudianos: el principio de placer y el de realidad. La primera infancia es potencialmente dolorosa. La dependencia que se experimenta lleva a pensar que es difícil aceptar y tolerar la existencia de un mundo independiente de uno mismo. El principio de realidad sería así un insulto al narcisismo: ¿cómo puede existir un mundo independiente de mí? (diría el infante).

No obstante, el opuesto, es decir, mantener la omnipotencia del placer, sería equivalente a un rechazo de la realidad insostenible. Habría, entonces, un tercer espacio, una nueva dimensión, en la que algo de lo real y del placer, de lo externo y de lo interno, daría lugar al área intermedia: arte, cultura, religión, así como los fenómenos y objetos transicionales tienen cabida en este espacio.

 

Finalmente, al estudiar los conceptos winnicottianos, se advierten los puntos de confluencia teórica del autor con otras corrientes. Las más evidentes son las relacionadas con Freud y Klein, pero también con la postura ambientalista de Lacan. Es de interés y actualidad el pensamiento y reflexión en torno a Winnicott y su propuesta. Sus teorías dan pie al estudio y trabajo con pacientes diversos y de ayuda para generar mejores condiciones sociales para el sostén familiar.

 

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