Psicosomática

Por Margarita Vega

¿Quién no ha escuchado que una persona se puede enfermar por “nervios”, que la diabetes se desarrolla después de pasar por un susto o que los enojones son más propensos a padecer cáncer? El concepto de enfermedad psicosomática es de esos que ya forman parte del lenguaje colectivo: si a alguien le da gripa en medio de los exámenes o se enferma del estómago antes de su boda, comúnmente se le dice que lo que tiene es una reacción psicosomática.

Pero, ¿realmente sabemos qué es una enfermedad psicosomática? ¿Se trata de una relación tan simple como que después de vivir una situación difícil automáticamente el cuerpo lo resiente? Incluso, hay libros que afirman haber encontrado la relación entre las enfermedades más comunes y los problemas emocionales que esconden: dicen que si hay problemas de hígado, es por ira contenida; que si la vista no anda bien, es por no querer asumir la realidad; que la laringitis señala una dificultad para pedir ayuda.

Para el psicoanálisis se trata de un fenómeno mucho más complejo. La relación mente/cuerpo (psique/soma) es un tema que ha preocupado a la psicología y concretamente al psicoanálisis desde hace mucho tiempo. ¿Qué impacto pueden tener la mente y las emociones en nuestro estado físico?, ¿cómo afecta a nuestra salud emocional padecer una enfermedad física?

Actualmente se considera que todas las enfermedades tienen un componente emocional. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la salud es un estado que involucra diferentes factores de tipo biológico, psicológico y social. Por eso, más que psicosomáticas, a las enfermedades las debemos considerar como biopsicosociales.

En otras palabras, cuando alguien se enferma se suelen conjuntar elementos biológicos (por ejemplo, factores genéticos que hacen a una persona más vulnerable a desarrollar determinado padecimiento), sociales (que haya en el ambiente condiciones que favorecen el desarrollo de dicha enfermedad) y psicológicos (una estructura determinada en la mente del enfermo o una historia que ayuda a explicar la afección).

De esta manera es posible entender por qué dos personas en, aparentemente, las mismas circunstancias, desarrollan una enfermedad o no. Alguien puede estar en medio de una epidemia viral sin contagiarse, pero hay quien ante una gripa puede caer en cama.

A lo largo de la historia del psicoanálisis se han desarrollado diversas teorías para explicar de qué forma la mente influye en la salud física de una persona. En los diferentes enfoques existen algunas coincidencias: los pacientes con enfermedades psicosomáticas frecuentemente presentan problemas en la formación de símbolos, es decir, son muy concretos y tienen una vida emocional pobre, en la que difícilmente se preguntan siquiera cómo se sienten o no tratan de entender qué es lo que les pasa. Perciben los hechos desprovistos de emociones.

De igual forma, se han detectado fallas en la relación temprana con la madre, principalmente por una ausencia física o emocional; o, por el contrario, muestran una gran dificultad para separarse de ella. Finalmente, se piensa que estos pacientes tienen tal intolerancia al dolor mental que les lleva a descargar en su propio cuerpo aquellas emociones que les resultan imposibles de asimilar.

No se trata, entonces, de la represión de un sentimiento, pues ello implica la existencia de una mente más desarrollada, sino de su total expulsión de la mente; esto hace que los pacientes que caen en el terreno de la psicosomática sean incapaces de relacionar su estado físico con su situación emocional.

Desde esta perspectiva, la teoría de la psicosomática advierte que no se puede relacionar una determinada enfermedad con una sola emoción. El origen de este tipo de padecimientos se encuentra ligado, más bien, un tipo específico de funcionamiento mental que le impide a la persona tolerar y digerir sus emociones.

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