La hostilidad en la clínica psicoanalítica
Por Guillermo Nieto Delgadillo
Una joven cae enferma de histeria después de cuidar a su padre enfermo, quien después fallece. Otra experimenta un olor permanente a pastelillos quemados y cigarros después de ser reprendida por su jefe, de quien está enamorada. Una tercera empieza a padecer dolores en las piernas y no puede caminar con normalidad después de que su hermana, quien está casada con el hombre que la enferma ama, fallece poco tiempo después de dar a luz.
Estas son las historias que Breuer y Freud narran en Estudios sobre la histeria, una obra magistral que nos relata los orígenes de la teoría y de la técnica psicoanalítica. ¿Qué tienen en común estas historias? Freud notó[1] que, de alguna manera, la sexualidad y el amor estaban relacionados con los malestares de estas mujeres, quienes poseían dotes intelectuales excepcionales, pero que padecían una enfermedad incapacitante. Poco tiempo después, tanto la sexualidad como el amor se convirtieron en los ejes principales del psicoanálisis.[2] Los historiales clínicos de Dora y el pequeño Hans se centran en la sexualidad infantil y sus consecuencias para la mente cuando esta entra en conflicto con dichos deseos.
Sin embargo, Freud pronto se enfrentó a las dificultades e incertidumbres derivadas de otras patologías, como la neurosis obsesiva. El caso del hombre de las ratas no nos muestra únicamente cuestiones de sexualidad y amor, sino deseos hostiles hacia las personas que más amamos.[3] Eso no quiere decir que Freud fuera ingenuo o que nunca hubiera identificado hostilidad alguna en sus pacientes. Por ejemplo, es notorio el caso de Elisabeth von R, quien, al ver a su hermana muerta, tuvo un pensamiento relámpago que decía: “Bien, ahora ella está muerta y él puede ser mío”. Más bien, el eje de sus investigaciones, de forma muy natural, giraba principalmente en torno a la sexualidad.
Transcurrido el tiempo, el genio que descubrió y sistematizó el inconsciente se encontró con más cuestiones clínicas e incluso sociales. Una de esas representó un verdadero problema: la existencia de personas que únicamente pueden excitarse y alcanzar el orgasmo al ser golpeadas o humilladas, y otras que solo sienten placer al infligir dolor a los demás. El masoquismo y el sadismo llevaron a Freud a replantearse la teoría en aspectos clave.
Aunque Freud ya había descrito dichos fenómenos en Tres ensayos de teoría sexual, publicado en 1905, los consideraba secundarios a la pulsión sexual, como componentes que servían para apoderarse de la pareja. Casi una década después, en el artículo Pulsiones y destinos de pulsión (1915), intenta dar una explicación que no lo satisface del todo. Más tarde, en Pegan a un niño (1919), describe el fenómeno de forma mucho más completa. No obstante, es en Más allá del principio del placer (1920) que Freud le daría a la agresión un lugar primario en la mente humana, al postular el concepto de pulsión de muerte. Si bien, la pulsión de muerte, entendida como algo interno que nos lleva a dañar al otro y a nosotros mismos, es un concepto que puede parecer sumamente abstracto, además de que sigue siendo debatido, incluso en el psicoanálisis contemporáneo. El mismo Freud menciona que podríamos darnos la oportunidad de sustituir el concepto por la dualidad amor y odio. A partir de la publicación de este controvertido artículo, Freud le otorga a la hostilidad humana un lugar primordial en el desarrollo psíquico, y muchos autores han seguido esta línea de pensamiento, mientras otros la han cuestionado y criticado.
No se debate si la hostilidad existe o no, ya que es un hecho ineludible de la naturaleza humana. Más bien, la discusión gira en torno a si la agresión y la hostilidad son innatas o secundarias a factores externos.[4] En la clínica psicoanalítica, pensamos que un mayor nivel de hostilidad está vinculado a un nivel más alto de patología, independientemente de cómo se manifieste dicha agresión. Por ello, uno de los propósitos de cualquier tratamiento psicoanalítico es detectar la hostilidad, que puede llegar a ser muda, como bien decía Freud, para que la persona pueda manejarla de formas menos perjudiciales.
Por ejemplo, un joven adolescente se siente muy orgulloso porque todo el mundo le dice que es un “pan de Dios”, e intenta demostrarle a todos que, efectivamente, es muy buena persona. Nadie duda de que lo sea, ni de que sea deshonesto o hipócrita. Sin embargo, este joven constantemente sufre de pesadillas con escenarios e historias terroríficas. Además, durante su vida de vigilia, buena parte del tiempo tiene pensamientos obsesivos sobre posibles accidentes que podrían sufrir sus familiares. Mientras esta persona no logre aceptar que, como todos, tiene un monto de hostilidad importante hacia sus seres queridos e incluso hacia sí mismo, es poco probable que su situación cambie. Paradójicamente, lo mejor para este joven sería dejar de ser un pan de Dios y comenzar a mostrar inconformidad, descontento y enojo por situaciones que él permite constantemente.
En conclusión, conceptos fundamentales en psicoanálisis, como la envidia, los ataques al vínculo, y la parte psicótica de la personalidad, entre muchos otros, están estrechamente relacionados con la agresión y la hostilidad que se encuentran en cada uno de nosotros. No tomar en cuenta la hostilidad en la clínica, o pensar que es ocasionada únicamente por factores externos representa un punto ciego en cualquier tratamiento psicoanalítico. Finalmente, así como el amor, la hostilidad forma parte de la naturaleza humana.
Referencias:
Freud, S. (2003). Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas (Vol. 7, pp. 109–224). Amorrortu. (Obra original publicada en 1905).
——-. (1992). Pulsiones y destinos de pulsión. Obras Completas (vol. 14, pp. 105-134). Amorrortu. (Obra original publicada en 1915).
——-. (1992). Pegan a un niño. Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. Obras completas (vol. 17, pp. 177-200). Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1919).
——-. (1981). Más allá del principio del placer. Obras completas (vol. 18, pp. 1-62). Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1920).
[1] Si bien en la mentada obra no se le atribuye el factor principal.
[2] Además de la teoría de la represión, y, por tanto, del inconsciente.
[3] Recordemos, por ejemplo, el síntoma de poner y quitar la piedra que significaba deseos de muerte contra la amada.
[4] No entraré en detalle con los autores que defienden las distintas posturas, ya que tendría que extenderme demasiado.