Amor, conflicto y fantasía: una mirada psicoanalítica al día a día de las relaciones de pareja

Por Mayte De Atela

“El amor consiste en que dos soledades se protejan,

se toquen mutuamente y se saluden».

Rainer Maria Rilke

 

Sin duda, entre los motivos de consulta más frecuentes en la clínica psicoanalítica se encuentran las rupturas, separaciones y pérdidas. A menudo, escuchamos relatos que abarcan tanto el amor como el dolor ante su pérdida, e incluso el odio.

¿Qué es el amor? Este concepto ha sido estudiado por distintas disciplinas, desde la filosofía y la antropología hasta la neurobiología. Sin embargo, desde el psicoanálisis, hablar de amor implica abordar la dinámica y las cualidades de los vínculos, entendiendo que el sujeto nunca se relaciona exclusivamente con un otro “real”. El vínculo se construye a partir del mundo interno, guiado por fantasías y motivaciones inconscientes que oscilan entre el amor y el odio.

Al hablar de relaciones de pareja, es frecuente que lo primero que venga a nuestra mente sean esas “relaciones perfectas” de las películas románticas, aquellas que surgen a partir de una conexión instantánea, con gestos grandiosos y románticos hacia el otro. Estas relaciones se centran en la idea de que el otro es perfecto y es justo lo que buscábamos, todo esto acompañado de un final feliz que inicia con el “amor a primera vista”. Sin embargo, el amor no es solo eso. Cuando hablamos de vínculos, es importante considerar que el amor también está acompañado de una buena dosis de odio, envidia, celos y rivalidad —es decir, que está empañado por la sexualidad infantil— lo cual puede llenarnos de angustia y dolor. Es habitual que cualquier emoción que remita al conflicto interno busque ser eliminada.

El trabajo del psicoanalista no se centrará en determinar si el paciente ama o no a su pareja, en decidir si debe continuar en dicha relación, o en darle soluciones para salir de una relación violenta. Más bien, el psicoanalista ayuda a descubrir características de su manera de amar, es decir, la forma en la que establece esos vínculos. Nuestro trabajo será acompañarlo en el descubrimiento de su propia teoría del amor.

En El fin de la masculinidad, Lutereau introduce el concepto de «amor en disputa», que ilustra la compleja tensión entre el deseo de intimidad y los conflictos internos no resueltos que cada individuo lleva consigo y que inevitablemente se manifiestan en las relaciones de pareja. Aunque la palabra «disputa» suele evocar una discusión o pelea, en este contexto no nos referimos a una lucha física ni a relaciones tóxicas. Este tipo de disputa está presente en toda pareja, incluso en aquellas que parecen las más armoniosas. En este caso, no se habla de los desacuerdos cotidianos, como molestarse porque alguien dejó la toalla en el piso. Se hace referencia a las luchas internas de cada miembro de la pareja: las motivaciones inconscientes y fantasías que los acompañan, aun cuando no haya un conflicto externo visible o evidente.

Sabemos que el conflicto, para el psicoanálisis, es un motor fundamental. Aunque puede resultar doloroso, es justamente aquello que impulsa el desarrollo psíquico, el movimiento y la vida mental. La relación de pareja no está exenta de esto, pues en ella también se reactivan antiguos conflictos, como sucede en cualquier vínculo significativo. Pensar que una pareja estaría libre de conflictos sería un tanto ilusorio.

¿Qué conflictos aparecen en el vínculo de pareja?

En estos vínculos se ponen en juego elementos de la sexualidad infantil y de los aspectos más tempranos de la mente, como la rivalidad, la competencia, el sentimiento de exclusión y la posesividad. Los pacientes nos narran, por ejemplo: el sentimiento de exclusión que despierta en el esposo un nuevo interés de su pareja; el dolor, la comparación y el sentimiento de insuficiencia que siente una ama de casa al escuchar que su esposo tiene un nuevo reto profesional; o la envidia y exclusión que siente el futuro padre frente a la «completud» de su esposa embarazada. Como psicoanalistas, nos encontramos con estos conflictos edípicos y preedípicos en las relaciones de pareja. Nuestro trabajo es poder detectarlos y, con paciencia y calma, mostrárselos a nuestros pacientes. Como argumenta Lutereau (2020) enLa pareja en disputa”: «Lo que une es el deseo, y el deseo es conflicto o genera conflicto, y existen diversas maneras de posicionarse frente a él» (p. 105).

Freud también ofrece una perspectiva sobre la elección de pareja desde el conflicto edípico en su obra «Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre» (1910/2013). En la clínica, vemos con frecuencia parejas en las que, por ejemplo, un hombre no siente atracción sexual por su esposa, o una mujer menciona que ha perdido el deseo hacia su pareja. Freud lo explica a través del complejo de Edipo: el esposo deja de ser esposo y se convierte en figura paterna, mientras que la esposa se transforma en una figura materna. Para cualquier neurótico, la idea de intimar con los padres resulta impensable. Así, nuestras elecciones de pareja siempre están influidas por esta conflictiva edípica.

Podríamos describir un sinfín de dinámicas de relación de pareja. Algunas parejas parecen vivir exclusivamente para pelear, como si nada las uniera tanto como el conflicto. También nos enfrentamos a las parejas que experimentan un fuerte temor a la dependencia, lo cual resulta en una dinámica de una pareja distante. Otro conflicto frecuente en las relaciones de pareja es la dificultad para tolerar la individualidad y comprenderse como seres separados. Esto es visible, por ejemplo, en el noviazgo adolescente, donde puede resultar difícil aceptar a una pareja con ideales o gustos diferentes. Se escucha la idea de: “pensamos igual, tenemos los mismos gustos”, lo que revela la necesidad de simbiosis y el temor a la dependencia. El amor de pareja, en este sentido, es una repetición de un amor infantil, con sus anhelos de fusión y permanencia.

 

Las ideas culturales y románticas nos llevan a definir el amor de manera rígida: “solo es amor si eres fiel”, “solo es amor si das tu vida por la otra persona”, “solo es amor si…”. Sin embargo, nuestro rol como psicoanalistas es ayudar a los pacientes a comprender su forma particular de amar. Como señala Lacan (1965/2015) en su famosa frase: El amor es dar lo que no se tiene a alguien que no quiere eso(p. 59), la cual habla de la ilusión del amor. En la relación de pareja se reactivan los vínculos con nuestros objetos primarios, es decir, con mamá y papá, aunque no se trate de ellos literalmente, sino de las representaciones internas que tenemos de estos objetos. En cada pareja se reencuentran y repiten nuestros conflictos diádicos y triádicos, los cuales habrán de explorarse en el análisis.

 

Referencias:

Akhtar, Salman. (2017). Lovelessness. A Web Ofof Sorrow. Mistrust, Jealousy, Lovelessness, Shamelessness, Regret, Hopelessness (pp. 49 – 70). Routledge.

Freud, S. (2013). Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I). Obras completas (vol. 11 pp. 155-168). Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1910).

Lacan, J. (2015) Clase 12. 17 de marzo de 1965. Seminario 12, El objeto en Psicoanálisis (pp. 55-60). https://seminarioslacan.wordpress.com/wp-content/uploads/2015/02/15-seminario-12.pdf. (Obra original publicada en 1965).

Lutereau, L. (2020). La pareja en disputa. El fin de la masculinidad. Cómo amar en el siglo XXI. Ed. Paidós.

 

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