Factores que intervienen en el psicoanálisis infantil: niños, padres e inconscientes
Por Erika Escobar
La infancia es un momento fundamental de la vida para el desarrollo del psiquismo. El análisis de niños pequeños abre hoy una puerta muy esperanzadora en el sentido de la prevención y atención temprana de conflictos que tienen que ver con aspectos profundos de la construcción de la identidad. La labor del analista es ayudar a los niños y a sus padres a entender la importancia del desarrollo para lograr una identidad mejor integrada.
El psicoanálisis infantil es muy interesante y gratificante, pero tiene sus dificultades. Alrededor del trabajo clínico con niños hay una serie de factores que se ponen en escena cuando los recibimos en el consultorio. Tenemos que aprender a jugar con ellos y a descifrar e interpretar sus fantasías inconscientes. Además, tenemos que colaborar con sus padres, ya que cada uno de ellos tiene sus propias historias e inconscientes que están implícitos en la relación, crianza y expectativas hacia sus hijos. Es importante tomar en cuenta que la historia de un ser humano no empieza al nacer, sino desde antes, con la historia de sus propios padres. Desde el embarazo se van haciendo representaciones del hijo por nacer que parten de deseos conscientes e inconscientes, los cuales tal vez tienen que ver con cosas no resueltas en lo psíquico.
Durante las entrevistas con los padres, escuchamos muchas veces que el motivo de consulta no coincide con el del paciente. Por ejemplo, en una ocasión, llegaron al consultorio unos padres que me contaron que su hija de 5 años se portaba mal en la escuela y tenía una mala relación con sus compañeros. Cuando la niña se frustraba, gritaba, y su madre sentía que en la escuela no sabían cómo tratarla. Su expectativa inicial era que, si acudían a terapia, yo podría ayudarles a que se portara mejor, además de que yo estuviera de su lado en contra de los comentarios que les hacían sus maestras. En la entrevista inicial con la paciente, ella mostró en su juego un sentimiento de asfixia que la llevaba a sentirse enferma y encerrada en la relación con su madre, pero, al mismo tiempo, experimentaba una intensa posesividad hacia ella. Cualquier frustración fuera de casa era vivida como algo totalmente intolerable.
En este sentido, es un trabajo continuo, constante y empático introducir a los padres en el proceso y transmitirles que la mayoría de las conductas o motivos de consulta por los que llegan tienen un trasfondo interno, relacionado con intensas emociones respecto a la relación con ellos o con sus hermanos. También es importante hacerles saber que las angustias o ansiedades que muestran van más allá del ambiente externo. Es una gran tarea orientarlos sobre la manera en la que se vinculan con sus expectativas y ayudarlos a reducir la culpa o la exigencia de ver resultados inmediatos. Esto permite profundizar en su maternidad o paternidad y las múltiples emociones que esto conlleva. Esto se logra al darle atención a los padres, con calma, con una escucha atenta y con empatía. Ellos son quienes llevan a los pequeños al consultorio y tienen que cooperar para que el niño acuda regularmente a sus sesiones. De la misma manera, es importante verlos constantemente para entender sus fantasías y sus inquietudes, y así nosotros les expliquemos qué es lo que pensamos de las situaciones que nos comparten. Cada familia requerirá una frecuencia distinta dependiendo de la personalidad de los padres y la problemática del paciente. En muchas ocasiones también se tendrá que intervenir en la escuela.
Los niños son la representación de la vida misma: en sus ojos, sus gestos, sus movimientos y su curiosidad se observa la vitalidad de la etapa, así como la ternura y el amor que emanan. Al mismo tiempo, se encuentran inmersos en una psicosexualidad en desarrollo, objetos internos parciales y desintegrados. También están sujetos a sus pulsiones de vida y muerte y a pulsiones activas y pasivas. Asimismo, están llenos de voracidad, celos, envidia y erotización que va a la par de su desarrollo cognitivo y biológico. En medio de esto, las identificaciones tienen lugar. Todo esto se integra para formar su personalidad, la cual podrá traer conflictivas que se expresan en múltiples conductas o síntomas que hace que sean referidos a terapia en la mayoría de los casos.
Margot Waddell (2002) menciona que el psicoanálisis infantil estuvo dominado por dos mujeres vienesas, Melanie Klein y Anna Freud, ambas preocupadas por modelos de desarrollo. Sin embargo, mientras la posición de Anna Freud se mantuvo cercana a la de su padre, Klein, en contraste, resultó en lo que equivalía a un replanteamiento fundamental del pensamiento psicoanalítico. Fue una de las primeras psicoanalistas en trabajar directamente con niños muy pequeños. Su propio analista, Karl Abraham, le dijo que el futuro del psicoanálisis estaba en esta área de trabajo. Con sus ideas y las de sus colegas, ciertos conceptos psicoanalíticos básicos, como la envidia del pene y la angustia de castración, perdieron su centralidad y fueron reemplazados por un cuadro extraordinariamente rico y complejo de la vida interior del niño pequeño e incluso del bebé.
Aberastury (2009) se da a la tarea de reforzar la técnica del análisis de niños a través de las ideas freudianas y kleinianas. Piensa que el niño no solamente juega a lo que le es placentero, sino que repite en él situaciones dolorosas para elaborar lo que ha excedido a su yo. Al aplicar la técnica del juego, es posible ver que el niño expresa con juguetes los conflictos de la sexualidad infantil. Es así como los niños expresan sus fantasías, deseos y experiencias de modo simbólico por medio de juguetes y juegos, los cuales están llenos de sentido. El niño necesita comprender lo que está ocurriendo en su yo consciente y también enfrentarse a lo que sucede en su inconsciente. Del mismo modo, en los juegos, en sus fantasías, en sus intereses y conductas, los infantes se enfrentan a los conflictos humanos básicos: la muerte, la enfermedad, el envejecimiento, las separaciones, las pérdidas, la rivalidad, los celos, la exclusión, el bien y el mal, así como conflictos edípicos, pre edípicos y temas sobre su identidad sexual.
El psicoanálisis de niños es un proceso que les ofrece un espacio para poder entender lo que les angustia internamente. Mediante el juego, el niño expresa sus fantasías, sus deseos y experiencias de un modo simbólico para que así se le pueda dar otro entendimiento y disminuir su ansiedad. Para nosotros como analistas es fascinante tener la posibilidad de adentrarnos en este mundo infantil que nos lleva a observar de manera muy clara el dinamismo y la fuerza del inconsciente.
Referencias:
Aberastury, A. (2009). Teoría y técnica del psicoanálisis de niños (pp. 42-48). Paidós.
Waddell, M. (2002). Inside Lives. Psychoanalysis and the Growth of the Personality. Routledge.