Múltiples caras de la sexualidad
Por Erika Escobar y Denise Block
Estudiar la sexualidad en psicoanálisis implica adentrarse en un mundo fascinante y enigmático en el que cada persona presenta configuraciones y manifestaciones muy particulares. Nuestra labor es entender todas las variantes que están involucradas en su construcción y que muchas veces son áreas de conflicto. André Green (1997) propuso el concepto de “cadena de Eros” para entender la sexualidad como una continuidad en una cadena erótica con múltiples factores y series de formaciones. En la cadena están inmersas las pulsiones, el placer, el displacer, el deseo en búsqueda de representación, las fantasías y los libretos inconscientes que se entrecruzan con las identificaciones y lo que se transmite de manera transgeneracional. Puede haber una diversidad de encadenamientos, lo que abre enormes posibilidades y, por supuesto, diversas formas de manifestación desde la propia mente e historia de cada sujeto. Su idea es evitar las miradas reduccionistas que definan la sexualidad desde una sola perspectiva. Por esta razón, invita al analista a considerar en todo momento a qué eslabón de la cadena lo remite el discurso del paciente y su relación con otros aspectos del psiquismo, como el yo, el superyó, o bien, la destructividad, que se considera la fuerza antagonista de la sexualidad.
Siguiendo lo anterior, se puede afirmar que, en psicoanálisis, la sexualidad se considera un universo muy extenso que no se reduce al sexo, al cuerpo biológico, al instinto, al deseo, a la excitabilidad, a la pulsión, a la genitalidad, a las relaciones sexuales, a la capacidad reproductiva, a la fantasía, a las identificaciones, a la elección de objeto, a la identidad sexual o de género, o a la orientación sexual, aunque sí los incluye a todos (Salazar, 2017). Lo anterior quiere decir que, desde la perspectiva psicoanalítica, la sexualidad se relaciona con todos los aspectos de la vida.
Freud vinculó la sexualidad humana con el inconsciente, por eso decimos que el objeto de estudio es la psicosexualidad. Con esto nos referimos a que la mente tiene la tarea de representar y ligar las pulsiones que buscan la descarga, lo erógeno del cuerpo, lo cual genera conflictos, fantasías, motivaciones y afectos que determinan la manera en la que nos relacionamos con el mundo, con nosotros mismos y con los demás. Freud (1915/1991) consideraba que la psicosexualidad se construye a partir del entrecruzamiento de factores tanto internos (intrapsíquicos) como externos, es decir, las relaciones interpersonales (con los padres, hermanos y los afectos tan intensos derivados de estas relaciones). A esta interacción la denominó “series complementarias”.
Para Rosine Perelberg, la psicosexualidad tiene que ver con las fantasías inconscientes presentes en la vida de todo individuo y se relaciona “con el deseo, que es, por definición, perverso y polimorfo, excesivo, disruptivo, provocador de ansiedad y siempre en conflicto con la prohibición y la Ley del incesto” (2018, p. 33, la traducción es nuestra). Esta afirmación retoma los primeros postulados de Freud, quien observó que la fuerza del deseo sexual entra en conflicto con otras partes de la mente que intentan frenar o desviar el impulso original. El resultado es el surgimiento de un síntoma (como la parálisis de guante, los desmayos o la afonía en las pacientes histéricas). A diferencia de la medicina, que busca curar o erradicar, Freud pensó que debían ser comprendidos, ya que éstos tienen un significado que debe desentrañarse. De esta manera, observó y describió las maniobras que la mente lleva a cabo para controlar, transformar y reprimir la fuerza de la sexualidad.
Donald Meltzer (1973/2004) es otro autor que revisó y amplió la teoría freudiana de la sexualidad. Enfatizó que el interés psicoanalítico radica en la comprensión de la psicosexualidad, que incluye la realidad psíquica: las motivaciones, la cualidad de las fantasías, y no las conductas en sí mismas. Para este autor, no hay actividad en la vida que no se relacione con la sexualidad. En este sentido, se refiere a los estados mentales que son producto del funcionamiento mental sexual que predomina en el sujeto, y que capturan el funcionamiento de la personalidad en un momento determinado (infantil-polimorfo, perverso, o adulto). Para Meltzer, estos estados determinan el matiz con el que percibimos el mundo y cualquier actividad a la que nos dispongamos.
En el diplomado Sexualidades. Aspectos clínicos y propuestas actuales en psicoanálisis, haremos un interesante recorrido teórico-clínico desde perspectivas clásicas hasta las más actuales para ampliar el entendimiento de las múltiples manifestaciones de la sexualidad en la actualidad.
Referencias:
Freud, S. (1991). Conferencia 23. Obras completas (vol. 16). Amorrortu. (Obra original publicada en 1915).
Green, A. (1997). Las cadenas de Eros. Actualidad de lo sexual. Amorrortu.
Meltzer, D. (2004). Estados sexuales de la mente. Paradiso. (Obra original publicada en 1973).
Perelberg, R. J (2018). Psychic Bisexuality: A British-French Dialogue. Routledge.
Salazar, J. (2017). El desarrollo de la teoría sexual en el psicoanálisis freudiano y postfreudiano. La sexualidad (pp. 41-64). Eleia.