Un aparato para pensar

Por Laura Luna López

 

Una de las preguntas que nos hacemos cuando a un niño o adolescente no le va bien en la escuela es: ¿qué estará pasando en la mente de ese estudiante? Melanie Klein ya nos hablaba de la coexistencia de amor y odio en la mente de cada uno de nosotros. Según ella, esto es innato y puede fomentarlo también la interacción con el medio ambiente. Asimismo, Klein considera que cada uno de nosotros cuenta desde el inicio con cierta tolerancia a la frustración. Tener un objeto bueno adentro nos ayudará a sentirnos seguros y afrontar diversas situaciones; por ejemplo, cuando nos va mal, cuando reprobamos un examen o cuando nos deja de hablar un amigo. También puede ayudarnos a sentirnos tranquilos en un entorno escolar. Esto ocurre cuando predominan las emociones de amor en el niño, lo cual no quiere decir que de pronto el niño no manifieste enojo y odio. La cuestión es qué emociones predominan en cada uno de nosotros. Si en el individuo predominan emociones de odio y ha construido un objeto interno con predominio de agresión, tendremos un alumno que, ante un día malo (por ejemplo, reprobar un examen o caerse frente al grupo de compañeros), se tratará muy mal internamente. Es decir, se va a regañar a sí mismo y se sentirá muy inseguro.

Wilfred Bion realiza aportes en este tema y nos habla de cómo se construye el aparato para pensar. El autor parte del conflicto entre amor y odio y su eje central es el conocimiento. Para Bion (1961) hay factores constitucionales y ambientales que pueden favorecer o entorpecer la construcción de ese conocimiento. Esto dependerá del estado de desarrollo del pensamiento para asimilar o distorsionar dichos conocimientos. Algunos de los factores claves son la tolerancia a la frustración, el manejo de la envidia y la capacidad de la figura materna para establecer una buena función de rêverie (metabolizar las sensaciones del bebé) con el bebé. Lo anterior a su vez puede impactar en la capacidad del sujeto para construir el aparato para pensar, el desarrollo de pensamientos y la construcción de la conciencia de sí. Bion describe que los trastornos del pensamiento atacan la parte de la personalidad que se dirige a tomar conciencia de la realidad interna y externa.

El aparato para pensar y la conciencia de sí se construyen a partir de la relación con la madre. Imaginemos a un bebé que siente un dolor terrible en el estómago; él no sabe que lo que siente es un cólico, sino sólo algo terrible e invasivo. Es la madre quien le presta su aparato para pensar a su bebé y le traduce lo que está sintiendo. Además, la forma de entonación de la madre puede proporcionar al bebé un alivio y le devuelve una comprensión de lo que le pasa en ese momento. A través del lenguaje y su entonación, la madre ayuda a ese bebé a comprender qué le está pasando y qué está sintiendo.

En la escuela, los alumnos van a vivir muchas experiencias, tales como juegos con su grupo par, relaciones con sus amigos, entrega de exámenes, momentos de incertidumbre, entre otras. Todas estas vivencias requieren enfrentarse a frustraciones y practicar la tolerancia para una resolución efectiva de conflictos. Cuando esto no es posible debido a la dificultad para tolerar la frustración y a una falla en su aparato para pensar, esto podría traducirse en distorsiones en las percepciones de esas experiencias, rechazándolas de diversas formas a través de mecanismos defensivos, lo que podría impedir que el alumno pueda tomar conciencia de sus experiencias.

Estos temas y muchos más serán abordados en el Curso “Problemas emocionales en el aprendizaje”.

Referencias:

Bion, W. R. (1961). Una teoría del pensamiento. Volviendo a pensar. Ed. Lumen.

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