Más allá de la escuela: el rol de las emociones en el proceso de aprendizaje
Por Mariana Cisneros Verde
El aprendizaje es el proceso mediante el cual se adquieren nuevos conocimientos u habilidades por medio del estudio o la experiencia. Desde el inicio de la vida, los seres humanos aprendemos del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. El bebé aprende que cuando tiene alguna sensación displacentera, la mamá (o quien cumpla sus funciones) llega para calmar el displacer. El niño pequeño aprende a mover su cuerpo para poder caminar y a articular sonidos y su significado para comunicarse. Posteriormente, vendrá el ingreso a la edad escolar, en la que los niños adquieren conocimientos especializados, como la escritura, las matemáticas y algún idioma.
Aprender depende de muchos factores; se requiere que el cerebro esté desarrollado neurológicamente en determinadas áreas para adquirir cierto tipo de conocimientos y habilidades. Por ejemplo, cuando la motricidad fina no está desarrollada, será muy difícil que los niños puedan escribir; o si no hay capacidad de abstracción, los números no pueden ser comprendidos. Sin embargo, no todo está determinado por la biología. El niño está inmerso en una familia y en su propia vida psíquica, las cuales pueden favorecer u obstaculizar los aprendizajes.
Desde Freud (1905/2011), aprendimos sobre la complejidad de la vida mental de los niños. Es común que se piense que los niños son como “esponjas” que absorben información del entorno; sin embargo, esa metáfora me hace pensar en los niños como agentes pasivos. Desde el psicoanálisis, comprendemos que en la mente del niño están presentes deseos, fantasías y ansiedades, y que operan mecanismos de defensa que influyen en el aprendizaje.
La escuela es el escenario donde se despliegan gran parte de los conflictos emocionales. En muchas ocasiones, los niños y adolescentes tienen dificultades en la escuela no por problemas neurológicos, sino por cuestiones emocionales. Por ejemplo, es muy frecuente que los niños en la etapa del complejo de Edipo tengan dificultades para separarse de los padres porque tienen la fantasía inconsciente de que ellos se quedan juntos “haciendo bebés” y él queda excluido. Ante este escenario psíquico, es natural que sean niños que no quieran ir a la escuela, que no puedan poner atención, o incluso que se enfermen con mayor frecuencia.
Para quienes han estudiado teorías psicoanalíticas, es bien sabido que la libido es la energía mental que se desplaza y moviliza en el desarrollo sexual. El complejo de Edipo es fundamental para la mente, y la ansiedad de castración puede manifestarse como inhibiciones en los exámenes o terror a participar en grupo. Como argumenta Klein (1923/1980): “La escuela significa una nueva realidad que el niño debe encarar en su vida y, a menudo, es percibida como muy severa. La forma en que él se adapta a estas exigencias suele ser típica de su actitud frente a las exigencias de la vida en general” (p. 1).
En conclusión, los problemas de aprendizaje deben abordarse multidisciplinariamente. Debe haber una participación de la escuela, el terapeuta, los padres de familia y el alumno. Te invitamos al curso “Problemas emocionales en el aprendizaje”, en el que conocerás los distintos conflictos emocionales que afectan el aprendizaje y las formas de intervención.
Referencias
Freud, S. (2011). Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas (Vol. 7, pp. 109–224). Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1905).
Klein, M. (1980). El papel de la escuela en el desarrollo libidinal del niño. Obras completas. Paidós-Horme. (Obra original publicada en 1923).