¿Alguna vez dejamos de ser adolescentes?
Por Raquel Vega
La adolescencia es una etapa sumamente interesante del desarrollo vital cuyo estudio ha sido abordado principalmente desde dos vértices: el biológico y el psicológico. Si bien, antes era considerada más como una mera transición entre la infancia y la adultez y no como un momento particular en la vida, ahora sabemos que es algo mucho más complejo.
En esta etapa, el joven realiza un gran trabajo psíquico para poder hacer una representación de los cambios físicos que suceden en el cuerpo. Además, se encuentra en un momento de cambio, de crisis y de transformación tanto en su mundo interno como externo.
Todos estos procesos van encaminados a que el adolescente se convierta en un adulto capaz de haberse formado una identidad, y alcanzar una madurez física y emocional. La noción de cuándo se deja de ser un adolescente para convertirse en un adulto varía de acuerdo con la perspectiva con la que miremos: en el marco legal, en México, una persona a los 18 años ya es considerada un adulto. Desde la neurofisiología, es a las 21-23 años que se considera que se deja de ser adolescente, pues el cerebro ha terminado de desarrollarse. Para el psicoanálisis, la adolescencia no es sólo una etapa del desarrollo vital, sino también una transición entre lo infantil y lo adulto, un momento esencial en la construcción de la identidad, así como un estado mental (Sánchez-Armass, 2017).
Donald Meltzer, psicoanalista inglés que dedicó buena parte de su vida a estudiar la adolescencia, propone pensar esta etapa tanto como un momento en el desarrollo como un estado mental. Él expone que las etapas evolutivas no sólo implican tiempos específicos en los que existen necesidades, mecanismos actitudes y tipos de relaciones objetales predominantes, sino que el carácter que vamos formando es una estructura compleja donde lo cronológico conforma áreas muy delimitadas de la mente. De esta forma, el autor piensa que la adolescencia se puede considerar una organización específica de la mente, “un estrato caracterológico de funcionamiento potencial que el sujeto puede desplegar a cualquier edad” (Ortiz, 2022. p.85).
¿Qué significa esto? Significa que la adolescencia, al menos desde la perspectiva psicoanalítica, se va a separar de criterios concretos como la edad o cambios fisiológicos en el cuerpo y va a estar relacionada con una actitud y forma de relacionarse independientemente de si tenemos treinta, cincuenta u ochenta años. Es por esto que podemos ver a personas adultas que se comportan como adolescentes; por ejemplo: son muy impulsivos, se pelean continuamente con la autoridad o no tienen una identidad propia definida.
Lo cierto es que la idea de los estados mentales, también propuesta por Meltzer, nos acerca a la idea de que la mente es dinámica y fluctuante (Ortiz, 2022). Si imagináramos a la mente como un barco cuyos pasajeros son distintos personajes, lo que propone Meltzer con los estados mentales y con la adolescencia como uno de esos estados, sería como pensar que por momentos el timón del barco lo va a manejar un adulto, pero a veces también tomaran poder el niño o el adolescente que habita en nuestra cabeza.
La idea no es que esto no suceda, pues lo cierto es que esto nos pasa a todos todo el tiempo. Lo importante es que, por decirlo de alguna forma, la batuta la lleve el adulto en nuestra mente y que no se instale un funcionamiento adolescente en el timón de forma permanente, pues eso promoverá que existan complicaciones en nuestra vida y las relaciones que armamos.
Referencias:
Sánchez-Armass, B. (2017) Los procesos psíquicos durante la adolescencia. [Tesis doctoral. Centro Eleia].
Ortiz, E. (2022) Donald Meltzer. Actualizaciones en psicoanálisis. Un estudio de su obra. Instituto Universitario Eleia.