Expresiones de la sexualidad. El cuerpo y la identidad

Por Erika Escobar y Denise Block

 

¿Qué relación existe entre el cuerpo y nuestra identidad?, o más bien ¿cómo se configura subjetivamente la conexión entre la psique y el soma? En el encuentro con cada paciente hay información muy valiosa que se obtiene en la observación de aquello que se expresa más allá de las palabras: mucho se comunica a través de los gestos, los ademanes, el movimiento; en la manera de vestir y de asearse; en el cuidado, ya sea excesivo o en la falta de aliño. Hay pacientes que tienen un aspecto vital mientras que otros reflejan cierto deterioro. Desde la perspectiva psicoanalítica podemos considerar que el cuerpo es la manifestación viva de la identidad.

Esto no se reduce al consultorio, pues tan solo con mirar a nuestro alrededor podemos observar que cada persona tiene una forma muy particular de relacionarse y de expresarse a través de lo corporal. Todos buscamos en la moda, el ejercicio, la ropa, los accesorios, los maquillajes, las operaciones, los tatuajes o los piercings expresar algo sobre nuestra identidad. La pregunta es: ¿qué significan estas expresiones?  La ropa y los accesorios no definen a las personas; al contrario, estos son los medios a través de los cuales se manifiestan aspectos de la personalidad, la identidad, nuestros conflictos y la manera tan particular en la que cada uno representa psíquicamente la sexualidad (ya sea femenina, masculina o los géneros no definidos).

A simple vista podría parecer una tarea sencilla, pero en realidad depende de una serie de procesos intrapsíquicos e intersubjetivos bastante complejos. En otras palabras, la capacidad para representar psíquicamente al cuerpo sexuado es un proceso relativo al entrecruzamiento de distintos factores tanto internos como externos: lo biológico, lo sociocultural, las identificaciones, la fantasía inconsciente, las pulsiones, los ideales, los afectos y los vínculos intersubjetivos. ¿A qué nos referimos con representar? Teresa Olmos (2022), siguiendo la obra de Piera Aulagnier, comenta que la tarea principal de la mente es la representación, que hace referencia a la actividad metabólica del aparato psíquico. Esto significa que, desde el inicio de la vida, la mente precaria del bebé se enfrenta con la tarea de dotar de significado las sensaciones corporales. El yo tiene la labor de ligar psíquicamente las distintas zonas erógenas que son fuente de las primeras experiencias de placer y displacer, de donde emergen la búsqueda de satisfacción de la pulsión, la frustración y los dotes de realidad. De acuerdo con Olmos, Aulagnier ubica al cuerpo como el punto de partida para la construcción psíquica. La imagen del cuerpo, al igual que el yo, son construcciones que están en constante cambio y transformación. Por lo tanto, apropiarse psíquicamente del cuerpo es un desafío continuo que implica la simbolización del mismo a lo largo de toda la vida.

Cuando el desarrollo del infante va por buen camino, podemos observar la construcción paulatina del significado del propio cuerpo. Por ejemplo, cuando un niño pequeño se da cuenta de que su madre y él no son la misma persona, surgirá el deseo de separarse de ella para explorar el mundo, aventurarse y entusiasmarse por la vida. Más tarde se mirará al espejo y podrá reconocer su imagen como propia. Pronto querrá, sin importar el género, probarse la ropa y los accesorios de los padres (los zapatos, los lentes, la corbata, el maquillaje), lo que nos habla, por un lado, de los cimientos de la individualidad y, por otro, de la construcción de las primeras identificaciones, mecanismo que implica tomar aspectos de los otros (ideas, gestos, formas de expresarse) y asimilarlos como propios. Es importante comprender que la madre (o quien ejerce esa función) tiene un lugar crucial en estos procesos. Ella puede ser un medio para ayudar al niño en esta ardua y fascinante tarea, o bien, puede obstaculizar su curiosidad, la capacidad para experimentar la diferencia y por ende entender quién es. Apropiarse psíquicamente del cuerpo sexuado permite sentir que “el cuerpo en el que nací me pertenece y puedo sentir que soy yo”.

Posteriormente, el arribo de los cambios puberales y la adolescencia ponen en jaque nuevamente a la identidad y la cuestión del cuerpo vuelve a estar en primer plano. Los jóvenes se encuentran con la tarea de apropiarse una vez más de un cuerpo que cambia con gran velocidad. La aparición de los caracteres sexuales secundarios confronta al joven con la imposibilidad de pertenecer a los dos sexos. Esta apropiación tiene un doble sentido: por un lado, el joven necesita asimilar que este nuevo cuerpo le pertenece y que sigue siendo él mismo a pesar de lucir tan diferente: por otro, debe hacer suyos los cuidados corporales que antes estaban en manos de los padres. Distintas circunstancias pueden imposibilitar el proceso de apropiación y representación del cuerpo. Una de ellas se debe al papel tan importante que juegan las pulsiones; al cuerpo se le puede cuidar o destruir. Otra tiene que ver con los aspectos traumáticos, que no se pueden tramitar psíquicamente o simbolizar. El trauma se entiende como un estímulo de orden ya sea interno o externo que rebasa la capacidad metabolizante de la mente. Frente a esto, un recurso es el pasaje al acto; la expulsión directa en el cuerpo, como actos suicidas, choques, adicciones, trastornos alimenticios, el cutting, la promiscuidad, la adicción a las cirugías o los tatuajes. En el suicidio, la fantasía puede ser matar a un objeto interno, pero se agrede al propio cuerpo; en el cutting se lastima el cuerpo; en las adicciones se pone el cuerpo al límite; en la promiscuidad se usa el cuerpo para calmar ansiedades muy tempranas de despersonalización y aniquilamiento y en la fantasía está la fusión momentánea con el otro, que calma. Al final no se resuelven los sentimientos de vacío, que son difíciles de tolerar porque hay ansiedades de separación y desintegración. La promiscuidad le puede dar al sujeto sentimientos fugaces de omnipotencia y completud. En niños pequeños, las fallas en la apropiación psíquica del cuerpo se pueden observar en la tendencia a golpearse constantemente, la hiperactividad o la masturbación excesiva. En el diplomado «Sexualidades. Aspectos clínicos y propuestas actuales en psicoanálisis» estudiaremos estas y otras expresiones de la relación compleja entre la mente y el cuerpo con la finalidad de distinguir el funcionamiento mental que subyace a cada una de ellas y las diferentes técnicas de intervención. ¡No te quedes fuera!

Referencias

Olmos, T. (2018). Los huéspedes del yo. Las identificaciones y desidentificaciones en la clínica psicoanalítica. Madrid: Biblioteca Nueva.

Olmos, T. (Septiembre 30, 2022). Cuestiones fundamentales en la obra de Piera Aulagnier. (Curso en línea). J. Santamaría (coord.). México: A-Santamaría Psicoanálisis México.

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