Ansiedad: ¿qué la ocasiona?, ¿cuáles son sus efectos?, ¿con qué herramientas podemos controlarla?
La ansiedad es una respuesta emocional que se caracteriza por aparecer cuando una persona enfrenta sentimientos de peligro, tensión y sufrimiento por algo que, de manera potencial, podría suceder. Se distingue del temor, bajo el siguiente par de características:
- Es más común que el temor tenga un motivo u origen que pueda identificarse con facilidad, mientras que, teniendo ansiedad, uno no puede señalar, de manera tan clara, qué es lo que la detona.
- La intensidad del temor que una persona puede sentir suele corresponder con el nivel de peligro al que se enfrenta, mientras que la ansiedad suele ser mucho mayor que el peligro en sí.
Para Sigmund Freud, existen dos disparadores principales de esta emoción:
- El peligro al mundo real, que implica la sensación de peligro ante situaciones reales que traen consigo dolor físico.
- Anticipar un castigo por conductas inmorales o por expresar impulsos sexuales, de agresividad y otros prohibidos.
Las diferentes ramas de la psicología actuales postulan ideas diferentes a las de Freud. Por un lado, los psicólogos cognoscitivos señalan que las creencias o ideas personales y preconcebidas pueden chocar con lo que se presenta en la realidad, generando una disonancia cognoscitiva, que lleva a la ansiedad. Los psicólogos humanistas piensan que tiene que ver más con los conflictos mentales que surgen respecto al estilo de vida que una persona escoge, en busca de cumplir sus aspiraciones. Finalmente, los psicólogos conductistas aseguran que la respuesta ansiosa puede desencadenarse a través de procesos de condicionamiento, donde ciertos estímulos se asocian con experiencias previas, generando una mayor sensibilidad a futuras situaciones similares.
Tanto la herencia genética como la experiencia individual desempeñan un papel importante en el nivel general de ansiedad de una persona. Algunas personas pueden tener una predisposición hereditaria a ser más ansiosas, mientras que las experiencias pasadas estresantes pueden aumentar la probabilidad de sufrir ansiedad en el futuro.
Estudios aseguran que, cuando las personas tienen conocimiento y control sobre las situaciones estresantes, tienden a recibir un menor impacto mental ante ellas. Entonces, las creencias y percepciones de una persona sobre su capacidad para hacer frente a una situación determinada pueden influir en atenuar la ansiedad que experimenta, mientras que, si alguien se siente impotente o sin control, es más probable que experimente una ansiedad más intensa.
De hecho, se ha demostrado que el estrés y las tensiones diarias que generan ansiedad pueden ser tan peligrosas como otros padecimientos serios, ya que, como efecto colateral, generan un impacto que se hace evidente en malestares corporales, tales como la presión sanguínea alta, úlceras, el cansancio excesivo, la falta de descanso, entre otros.
Finalmente, es importante mencionar que la ansiedad también puede tener efectos en nuestro rendimiento diario. Por ejemplo, puede aumentar nuestra capacidad de gestionar y realizar pequeñas tareas, ya que genera una mayor atención y activación en el cerebro. Sin embargo, en tareas complejas, la ansiedad puede interferir con el rendimiento al distraer y dificultar nuestra concentración.
Comprender los factores que contribuyen a la ansiedad y su impacto en el rendimiento es fundamental para abordar de manera efectiva el tema y desarrollar estrategias que nos ayuden a manejarla, tanto a nivel individual como a través de intervenciones psicológicas. La investigación continua en este campo proporciona perspectivas más claras y herramientas más eficaces para comprenderla, mejorando así la calidad de vida de aquellos que la experimentan.
Referencia:
Davidoff, L. L. (1989). Emoción. Introducción a la psicología (pp. 433-443). McGraw-Hill.