La imitación superficial y la envidia. ¿Imitación o robo?

Por Mariana Cisneros Verde

Seguramente, alguna vez has conocido a una persona que, con rapidez, cambia aspectos de su personalidad después de tener contacto con otras personas; parece que les copia, por ejemplo, la forma de vestir, de hablar, los intereses o los gustos. Esta actitud resulta ser un cambio súbito, superficial y, en muchas ocasiones, pasajero. ¿De qué se trata?

Si bien, no hay una respuesta única porque estas actitudes tienen diversos significados (dependiendo de la subjetividad), sí podemos pensar que la imitación puede ser una manera de adueñarse de aspectos de otros y hacerlos propios, ya que no se tolera que otro tenga cualidades o atributos que uno no tiene. La imitación es una forma precaria de la identificación: se imita algo a lo que se aspira, pero de manera superficial, sin que haya un esfuerzo y modificación profundos. Por ejemplo, una estudiante puede apreciar que una profesora sabe mucho y que tiene una gran capacidad para transmitir sus conocimientos; la imitación superficial sería que tome aspectos, como la manera de hablar o de vestir, en lugar de identificarse con el esfuerzo y estudio.

En ocasiones, resulta extraño pensar que aspectos buenos y admirables de alguien puedan despertar emociones tan negativas. Melanie Klein descubrió que la envidia es una expresión de los impulsos hostiles. En psicoanálisis, pensamos en la envidia como una emoción destructiva, que busca aniquilar los aspectos buenos del objeto, porque no se tolera no tenerlos en sí. Klein descubrió que, para la mente, es difícil de tolerar que otra persona tenga atributos y cualidades que el yo no tiene; entonces, en la búsqueda por adueñarse de ellos, los destruye. Esto lo podemos ver en la vida cotidiana, cuando alguien observa a una persona muy atractiva y su pensamiento es: “Seguro son cirugías”, o cuando alguien obtiene un buen trabajo y la respuesta del otro es: “Seguro tenía contactos”. La envidia es destructiva porque impide el fortalecimiento mental, así como los vínculos honestos y significativos.

Imitar es una manera de adueñarse de los aspectos que se desean para sí mismo. En un momento de la vida es natural e, incluso, una forma de aprendizaje: los niños imitan a los adultos, a los personajes que admiran o a figuras importantes. Sin embargo, cuando esta actitud perdura como una manera superficial de identificación, puede deberse a que, por envidia, no se reconoce la autenticidad del otro y se le roban sus atributos, dificultando la consolidación de la propia personalidad. Cuando se roban aspectos del otro, pueden despertar intensas ansiedades de persecución, de crítica o una sensación de vacío.

Referencias:

Grinberg, L. (1985). Teoría de la identificación. Tecnipublicaciones.

Klein, M. (2009). Envidia y gratitud. Paidós. (Obra original publicada en 1957).

Petot, J. M. (2016). Melanie Klein: El yo y el objeto bueno (1932-1960). Paidós.

Compartir: