La transferencia en psicoanálisis: ayer y hoy

Por Guillermo Nieto Delgadillo

 

Si hay alguna herramienta técnica que distingue al psicoanálisis de cualquier otra modalidad psicoterapéutica es el uso de la transferencia ─y su interpretación─ como promotora del cambio psíquico. Desde su descubrimiento, a principios del siglo XX, se convirtió en un pilar técnico dentro del consultorio.

Sigmund Freud describió el fenómeno como “reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden menos que despertarse y hacerse conscientes; pero lo característico de todo el género es la sustitución de una persona anterior por la persona del médico” (1905/2008, p. 101). En otras palabras, podemos decir que la transferencia es un fenómeno universal, por medio del cual, el ser humano repite ciertos deseos y comportamientos, una y otra vez, buscando, de manera inconsciente, personas con las que pueda actuarlos.

Aunque, como acabo de mencionar, la transferencia es universal, es decir, se manifiesta en todo momento de nuestras vidas, el descubrimiento freudiano incluye la detección del fenómeno y su explicación a nuestros pacientes dentro del tratamiento psicoanalítico. Por ejemplo: un hombre que suele sentir que sus jefes en el trabajo le piden cosas para humillarlo y ponerse en una posición de superioridad, probablemente cambie de trabajo una y otra vez, debido a esta sensación. Si inicia un tratamiento psicoanalítico, comenzará a sentir también que su terapeuta le explica cosas o pone ciertas condiciones de trabajo para poder colocarse en dicha posición de superioridad. La diferencia es que, fuera del tratamiento repetirá dicha pauta, provocando un displacer, sensación de estancamiento y frustración cada vez mayores; dentro del tratamiento, el analista podría explicarle dicho conflicto, promoviendo una comprensión sobre el mismo.

Freud concibió la transferencia como una repetición que tiene su origen en el pasado, siendo las personas de la actualidad meros prestanombres de las figuras más significativas de la infancia (papá, mamá, hermanos). En el ejemplo hipotético recién descrito, probablemente los jefes y el terapeuta estén representando cómo se sintió el paciente con su padre cuando éste le pedía algo. En el tratamiento, la transferencia actúa como una resistencia al recuerdo, ya que es más fácil pelear con el analista y con los demás, que recordar cómo uno sentía a su padre, con todos los afectos desagradables y dolorosos que esto implique.

Si bien, desde que se descubrió la transferencia como fenómeno y herramienta técnica ocupó un lugar central en el psicoanálisis, la comprensión que tenemos sobre ésta, en la actualidad, se ha ampliado y enriquecido con las aportaciones de grandes teóricos y clínicos del psicoanálisis. Melanie Klein, por ejemplo, nos otorgó una concepción más amplia sobre el fenómeno transferencial, que tuvo repercusiones, tanto teóricas como técnicas.

Para la gran analista austriaca, la transferencia no era sólo la repetición de las pautas de comportamiento infantil. Mediante la técnica de juego y el psicoanálisis de niños, Klein concibió a la transferencia como una manifestación viva del mundo psíquico que todos llevamos dentro, “24/7”. Es como si nuestra mente, de forma continua, estuviera proyectando una película en el exterior, que es reflejo del guion que llevamos dentro, con los personajes que nos rodean y cómo nos relacionamos con ellos. El analista, entonces, quedará incluido dentro de esta gran película, si se quiere pensar así, para ser el receptor de las fantasías del paciente en todo momento.

Un cambio en la técnica radica en que, para Freud, la transferencia era concebida como una resistencia; entonces, en los inicios del psicoanálisis, uno esperaba a que el paciente dejara de asociar libremente o hubiera una referencia más o menos directa al terapeuta. La concepción kleiniana, por otro lado, nos invita a poner atención a todo lo que diga el paciente, ya que, de alguna u otra forma, también estará inmerso el terapeuta en el relato del exterior.

Esta visión de la transferencia, así como la frecuencia y forma de trabajar con ella, trajo algunos debates entre distintas escuelas psicoanalíticas posfreudianas. Más que verse perjudicado, el psicoanálisis se enriqueció de estas discusiones teórico-clínicas, que dieron pie a que otros grandes terapeutas fueran ampliando, desde su perspectiva, la concepción de este fenómeno tan importante.

El tema es tan amplio que me es imposible abordarlo en un espacio como éste, pero si resulta de interés para el lector, será abordado en el diplomado “Estudio sobre psicoanálisis. De Freud al psicoanálisis posfreudiano” de manera más formal, junto con muchos otros tópicos centrales. Además, nos adentraremos en los pensadores y escuelas psicoanalíticas que más relevancia han tenido para esta disciplina tan apasionante. Dicho diplomado comienza el miércoles 24 de mayo, de 18:00 a 21:00 h, y tendrá una duración de nueve meses.

 

Referencias:

Freud, S. (2008). Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora). Obras completas (vol. 7), Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1905).

Klein, M. (2009). Los orígenes de la transferencia. Obras completas de Melanie Klein (vol. 3), Paidós. (Obra original publicada en 1952).

 

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