Llegar a ser psicólogo

El éxito no está en hacer lo que se quiere, sino en querer lo que se hace.

Harrsch

La personalidad comienza a formarse en la familia; es allí donde se establecen las bases de la identidad y el sujeto se va construyendo. A lo largo del desarrollo hay un ir y venir en el camino a la madurez, pues no se trata de un proceso meramente linear. Cuando el joven adulto estudia una carrera, ocurren nuevas transformaciones en su identidad, las cuales implican la elaboración de un proyecto a futuro y verse a sí mismo como profesionista.

Estudiar psicología no es la excepción, pues el yo atraviesa muchos cambios. El psicólogo tiene que adaptarse a una ética profesional muy específica, desarrollar un sentido de orgullo por su labor y adquirir distintas herramientas para llevar a cabo esta tarea. Los conocimientos nuevos cuestionan sus creencias e interactúan con sus representaciones e identificaciones. Catalina Harrsch (1983) menciona algunas etapas que suelen vivirse al estudiar esta carrera, tomando como base el cuadro de Erickson:

  • Confianza vs. desconfianza: los alumnos viven un grado de ansiedad por estar iniciando una nueva etapa en la vida. El estudiante aprende a recibir el conocimiento de parte de su profesor y a confiar en él para, posteriormente, confiar en sí mismo. En esta etapa se adoptan algunas cualidades de los maestros (ya sean positivas o negativas). El factor afectivo juega un papel muy importante, pues permite comprender mejor y ayuda a consolidar el sentimiento de identidad profesional. Asimismo, el aprendizaje es más significativo si el alumno le encuentra valor social. 
  • Autonomía vs. vergüenza y duda: (segundo/tercer año de estudio) se adquiere un mayor conocimiento de la disciplina y el alumno experimenta el deseo de elegir por su propia cuenta. Es importante que el maestro sea flexible, le muestre al alumno que puede confiar en sí mismo y estimule su capacidad para tomar decisiones. Cuando el profesor es demasiado rígido o humilla a sus alumnos, causa enojo e inseguridad en ellos. La meta aquí para el estudiante es lograr fortalecer su voluntad y autocontrol.
  • Iniciativa vs. culpa: (último año de formación académica). Terminar la carrera produce ansiedad en el alumno, pero, a la vez, consigue más autonomía, establece proyectos a futuro y define actividades concretas a las que puede dedicarse. Por esta razón, no es extraño que llegue a desafiar al maestro o a la institución. Durante esta etapa se deben elaborar las frustraciones y fracasos para encarar un futuro más íntegro; además, acabará de introyectarse el rol del maestro, por lo cual es particularmente relevante contar con figuras a las cuales se desee emular positivamente durante la vida profesional.

 

  • Industria vs. inferioridad: (inicio y primero años de vida profesional). El recién egresado se enfrenta a las demandas de la realidad laboral y a la separación de su casa de estudios. Toma consciencia de sus limitaciones y aprende a obtener reconocimiento por su trabajo. Sin embargo, si en el joven profesionista predomina un sentimiento de inadecuación o inferioridad, su vida laboral y su capacidad para ejercer pueden verse limitadas. 
  • Identidad vs. confusión de rol: la confianza y la experiencia acumuladas en las etapas anteriores se convierten en identidad yoica. Alrededor de los doce años de carrera se intensifica el cuestionamiento sobre el quehacer científico y se comprende el significado de lo que el psicólogo representa para su comunidad. Aquí el peligro radica en cerrarse y apegarse por completo una corriente. Es necesario continuar estudiando, actualizar los conocimientos, formar grupos de diálogo para poner a prueba tanto las propias capacidades como las teorías.
  • Afiliación vs. aislamiento profesional: compartir el conocimiento, la experiencia y el amor por la profesión es indispensable para el crecimiento profesional de todas las personas involucradas en esta disciplina. 
  • Generatividad vs. estancamiento: al servir de guía para las nuevas generaciones, también se sale de la zona de confort, se incursiona en corrientes distintas que enriquecen el trabajo propio y se procura el acceso a nuevos conocimientos. Esta actitud es opuesta a la de aquellos que se aferran a sus ideas, se estancan y, por lo mismo, no pueden seguir creciendo como psicólogos.
  • Integridad del yo vs. desesperación: el psicólogo debe cuestionar y replantear sus valores éticos, su desarrollo personal, su propia consciencia y responsabilidad social, su congruencia y honestidad. Se esforzará por elaborar sus triunfos y sus fracasos. La sensación de integridad proviene de la confianza en sí mismo y en los demás, así como en la integración del yo como profesionista.

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Referencias

Harrsch, C. (1983). Desarrollo Personal en la Formación Profesional del Psicólogo. En El psicólogo, ¿qué hace? (pp.213-230). México: Alhambra Mexicana.

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